Capitulo 56

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Narra Irina

Aparecimos en el momento exacto para escuchar a Alexey decir aquellas palabras. Las cuatro chicas que habian tras Julia suspiraron como si el alma se les fuese por la boca, Julia en cambio se quedó mordiéndose el labio inferior, sin nada que decir.

-Aunque doy por sentado que las obvias observaciones de un mocoso de 13 años no harán efecto en alguien como tú, estoy seguro de que tienes que tener cientos de pretendientes que morirían por una simple mirada tuya. -continuó. -Y aquí estas, clavando tus ojos únicamente en mí, eso me hace sentir especial y feliz.

Al terminar aquella frase, Julia cayó rendida a los pies de Alexey, lo hubiese hecho suyo de no haber llegado nosotras a tiempo.

-¡Alec! -lo llamó Catarina haciéndose la refinada. -¡Discúlpate con la señorita y vamonos, que el abuelo te llama!

-Siento haberte hecho perder el tiempo con alguien como yo. -dijo dándole otro beso a su mano. -Espero que nos volvamos a ver.

Empujando cuidadosamente a la chica que perseguía hace tan solo un minuto, nos fuimos con él mientras escuchábamos los gritos de adolescentes alocadas del grupo de Julia; a ellas ya se las había ganado.

Continuamos caminando hasta llegar bajo un árbol, nos sentamos junto con Alexey y su amiga, y nos fijamos en que no hubiese nadie para empezar a reír.

-Y lo último que me gustaría es que desahogase su frustración con una belleza como tú. -repitió Elisabeth en un tono burlesco.

-Pero... Pero... Doy por sentado que las obvias observaciones de un mocoso de 13 años no harán efecto en alguien como tú. -continuó Catarina muerta de risa.

-Vamos chicas no seáis así. -las regañé.

-Cierto, cierto. -dijo Elisabeth enjuagándose las lágrimas. -Oye Cat, me siento especial cuando clavas los ojos en mí.

Las dos siguieron riendo hasta perder casi el aire.

-Olvídalas cielo, a veces son insoportables. -comentó Ash.

-¿No decíais que el abuelo quería verme? -preguntó Alexey.

-Que va, buscábamos una manera de sacarte de esa situación. -reí.

-Oye, ¿tú no eres la chica del veterinario? -comentó Ash. -¿Como van tus heridas?

-Van bien, gracias. -lo dijo en un tono frío.

-¿Como te llamas? -preguntó Ash.

-Liliana, pero todo el mundo me llama Liana.

-Con que te llamas Liliana... -comentó Alec. -Yo pensé que te llamabas Noteimporta...

Ash y yo nos lo quedamos mirando.

-Pido perdón por como me he puesto ahí atrás. -Liliana agachó la cabeza.

-No pasa nada, yo también tengo dias malos. -comentó Alexey con una sonrisa.

-Y la mayoría de ellos se los pasa de mal humor y comiendo frutos secos. -dije riendo.

-Y si no hay frutos secos que se prepare el que se cruce en el camino de esta fierecilla. -continuó Ash.

-¡Eso no es verdad! -se quejó el pequeño galán. -¡No soy una fierecilla!

Continuamos hablando y el timbre sonó, caí en la cuenta de que Alexey no había desayunado pero por suerte todavía quedaba otra media hora de recreo.

Acompañamos a Alexey y a Liliana a su clase, ya que íbamos a la nuestra y se cruzaba en nuestro camino.

Ash y yo nos despedimos de Alexey con un beso en la frente y las cuatro nos marchamos a nuestra clase.

-¿No creéis que lo mimáis demasiado? -me preguntó Catarina.

-Nunca es suficiente. -dijimos Ash y yo al unísono.

-Ya pero, ¿no habéis pensado que a lo mejor podría darle vergüenza el que sus madres le anden besando y dando abrazos todo el día? -continuó Elisabeth.

-Ahí esta el error, aquí no somos sus madres. -rió Ash. -Somos su prima...

-Y su hermana. -concluí.

-Ugh, ya parece que estén casadas. -comentó Catarina.

-Ojalá. -suspiró Ash.

Vislumbré la cara de Ash por unos instantes, su rostro dibujaba una sonrisa triste y melancólica, y sus ojos perdieron el brillo por unos instantes.

***

Las clases terminaron y esta vez me aseguré de que Alexey se comiese el almuerzo que Tania le había preparado; esa chica era todo un amor con Alexey.

-Chicos, yo tengo que ir a hacer unas cosas a... A un sitio... -dije cuando ya estaban todos subidos en la limusina con Claus. -Lo más seguro es que llegue tarde a casa.

-¿Quieres que te acompañe? -preguntó Ash intentando salir del coche.

-¡NO! -grité sin querer. -Quiero decir, no tranquila, voy a estar bien.

Sonreí y cerré la puerta, dando un par de golpes al techo del coche para que Claus arrancase.

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