Capitulo 26

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Narra Irina

La madre de Ash siguió cortando todas y cada una de las extremidades de mi cuerpo, juro que si no habia coleccionado ya todos mis dedos, no había cortado ninguno.

-Vamos a probar con otra cosa... ¿Te suena algo llamado "electricidad"? -se acercó a mi.

Ya no podía casi moverme, las palabras ya no querían salir de mi boca, solo quería dormir, pero cada vez que lo intentaba ella volvía a clavarme cosas.

Pegó unos cables en la cabeza y parte del pecho, se volvió a alejar y acarició un botón con el dedo índice.

-Sabes... Me sabe mal hacerte esto, puesto que eres de la familia y eso... No creas que soy la mala de la película o algo por el estilo... Bueno, dejémonos de sentimentalismos, ¡vamos a jugar! -pulsó el botón y una descarga eléctrica corrió por todo mi cuerpo.

Me retorcía de dolor, pero ella solo apuntaba en su estúpida libreta y sonreía.

Volvió a presionar el botón y la corriente cesó, pero aquello todavía no terminaba, subió una palanca y le dio al botón, otra vez.

Aquella corriente era más potente que la anterior, hizo lo mismo unas cuantas veces más.

-Vale, déjame examinar tu cuerpo. -comenzó a quitarme la ropa.

-Ya basta...Por favor... -dije con un hilo de voz.

-Ah Irina, esto no ha hecho mas que empezar... -cuando me quitó la parte de arriba pude ver que estaba algo perpleja. -¿Que es esto que tienes en la espalda? Son... ¿Latigazos?

-No es la primera que me torturan doctora Hansen... -susurré.

-Entonces esto te hace revivir malos recuerdos... Perfecto. -acercó mas cables a mi cabeza, conectándolos en la frente de nuevo. -Voy a ver como reaccionas ante el látigo, estate quieta y relájate, va a doler bastante. -sacó una fusta de uno de los cajones del escritorio.

-¿Para que tiene eso ahí metido? -dije.

-Son cosas privadas, Irina. -se puso tras de mi. -No eres la primera a la que torturo, ya han muerto muchos en esta silla...

Comenzó a darme con la fusta en la espalda, haciendo que recordase viejos recuerdos que ya habian quedado en el olvido.

-Ahora explícame, ¿quien te hizo esto, y porque no se van las marcas? -preguntó dejando de golpearme.

-La traición siempre queda reflejada en alguna parte... -dije con la cabeza gacha.

-¿Traición? -preguntó.

-Mi madre solía decirme, que cuando notas tu vida en peligro, vendes a quien sea por salvarte, dejándolos a merced de cualquiera que te asegure que no correrás ningún peligro... Vendes a tu marido... A tus hermanos... Icluso a tus hijos.

La madre de Ash se quedó callada un par de instantes.

-Eso es muy triste, pero aún no hemos terminado. -dijo alejándose.

Volvió a pulsar el botón, y otra descarga llegó a mi cuerpo. Ella se volvió a acercar y siguió golpeando con el látigo.

Notaba como todo mi cuerpo se tensaba, mi cerebro empezaba a dejar de funcionar.

En aquel momento pude escuchar que las puertas se abrían, en la puerta, Ash y un hombre trajeado, entraron.

Vi la cara de Ash horrorizada, supongo que por la escena que estaba presenciando.

-Lo siento... -dije susurrando.

Ash y aquel hombre corrieron hacia mi, sacando los cables de mi cabeza y empujando a la doctora Hansen, lejos de mi.

Quitaron los agarres de la silla y me tumbaron en el suelo, no podía mover ni un dedo, y comenzaba a ver borroso.

-Lo siento... -repetí.

-No es culpa tuya Irina... No es culpa tuya... -notaba como las lágrimas de Ash caían sobre mis mejillas.

-Te quiero... -un hilo de voz salió desde lo mas profundo de mi ser.

Finalmente, todo se volvió negro.

Y así la gata, estúpida e infantil, confió sus sentimientos a aquella humana, aquella que había sido su primer y único amor, aquella que iluminaba sus mañanas y la calmaba de toda tristeza y penuria, aquella que con una simple sonrisa, alegraba su día.




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