Capitulo 50

1.4K 119 12
                                    

Narra Alexey

Entramos a la sala de juegos, el ambiente era oscuro y lúgubre, habían varias máquinas de coches, motos, disparos... También había tenis de mesa y air hockey, y una máquina para boxear.

Había también una barra con todos los premios que podamos ganar al juntar los diferentes boletos que daban las máquinas.

Miré a mi alrededor, una sonrisa se dibujo en mi rostro al pensar que podría jugar a todos aquellos juegos con todas.

Empezamos con unos pocos juegos de carreras, algo de air hockey y disparos, incluso jugamos un torneo de tenis de mesa. Todos terminamos agotados, Ash tuvo que llamar a Claus para que nos viniese a buscar y al subirme en el coche me quedé dormido.

***

Desperté en mi cama, con mi pijama puesto y las vendas de mi herida cambiadas. Miré el reloj, eran las 5 de la mañana y afuera seguía oscuro.

Decidí salir a correr por el jardín, antes de que todos se despertarsen, me vestí, bajé las escaleras y salí por la puerta trasera.

Empecé a correr tan rápido como pude, en cuanto veía que llegava al final del jardín, daba la vuelta y seguía corriendo, estuve así durante media hora.

Hasta que a mi nariz llegó un olor algo familiar. Paré en seco en cuanto lo detecté, era el mismo olor que se mezclaba con la sangre ayer, una dulce fragancia, vainilla tal vez.

Olfatee el lugar de donde venia, era de detrás de la valla del jardín. Decidí escalarla, solo para ver hasta dónde me conducía ese olor.

Me adentré en el pequeño bosque que hay tras nuestro jardín, al dar unos cuantos pasos pude ver a una ardilla atada a un árbol. No llegué a pensármelo dos veces cuando corrí hacia ella para liberarla.

Al romper la cuerda para dejarla libre, noté el frío acero de una pistola sobre mi nuca.

-Levántate y pon las manos en tu cabeza. -dijo una voz femenina en inglés.

-¿Quien eres y que quieres? -pregunté mientras dejaba a la ardilla en el suelo.

-Eres un híbrido, ¿verdad?

Al escuchar su pregunta me quedé algo perplejo, no sabia que en Estado Unidos también había gente como yo. -¿Que es eso? -intenté hacerme el nuevo.

-No vayas de listo, sé distinguir perfectamente a los de tu calaña. -comentó empujandome con la pistola.

Pensé que podía hacer en aquella situación, en un rápido movimiento, me agaché para darle una patada a sus piernas, cayó al suelo y pude ponerme sobre ella.

-Sin tu pistola ya no eres tan valiente, ¿no? -dije encarandola.

Llevaba una máscara negra, pero podía ver sus ojos a través de ella, eran azules como el mar y su cabello era lacio y de un color negruzco.

En apenas un segundo y sin darme cuenta, sacó una navaja que llevaba en uno de los ligeros que le cubría un negro vestido.

Tuve los suficientes reflejos como para apartarme antes de que lo clavase en mi estómago, pero desgarró la camisa de mi pijama, rozandome el brazo.

Los dos nos levantamos y cargamos contra el otro, mis garras salieron de su escondite y mi cola y orejas también.

Intentó cortarme el cuello, pero adelanté mis piernas y me tumbé en el suelo. Pude agarrar su pié y hacerla caer, iba a ponerme sobre ella cuando lanzó una patada contra mi pecho y caí hacia atrás.

La ardilla a la que habia salvado se lanzó contra ella, pero le dió un manotazo y la alejó de mi vista.

Se puso sobre mi e intentó clavar nuevamente su cuchillo, esta vez hacia mi corazón, le agarré las manos y acumulé todas las fuerzas que me quedaban para retirarla.

Forcejeanos durante un rato, hasta que mi agresora retiró el cuchillo de mi corazón, apartó mis manos de él y lo clavó en mi estómago.

Me quedé sin fuerzas en el mismo instante, no podía hablar, mucho menos gritar por ayuda, noté cómo me arrancaba el cuchillo del estomago y hacia cortes con él, dibujando.

Todo quedó oscuro por unos instantes, y cuando pude volver a abrir los ojos, la chica se había ido.

Puse la palma de mi mano en mi estómago, el cuchillo también había desaparecido y mi camisa blanca estaba manchada de un líquido carmesí, con un olor a hierro.

Los primeros rayos de la mañana cayeron sobre mis ojos, sonreí al ver que la ardilla que habia liberado estaba junto a mi.

Lo último que recuerdo fue ver a un chico con orejas de lobo cargándome, gritando mi nombre y que todo saldría bien, que no iba a morir. Tras eso, me dormí.

HibridosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora