Amistad - Ally

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Ally POV

Iba directo a mi habitación, pero para mi mala suerte mi mamá me llamó.

—¿Puedes venir un momento hija? —preguntó mi madre desde la cocina.

Pensé hacer caso omiso, pero sabía que tarde o temprano vería mis heridas. Me dirigí a la cocina y asomé mi cabeza dentro, sin meterme de lleno. Ella estaba de espaldas, lavando trastes.

—¿Qué pasa mamá? —pregunté.

—Acércate, necesito que me ayudes a desatorar mi dedo de esta botella —dijo.

Suspiré. Fui directo hacia ella y apenas me vio soltó un grito.

—¿Qué rayos te pasó! —preguntó sorprendida.

En ese momento antes de que yo pudiese ayudarla, como por arte de magia logró desatorar su dedo de la botella.

—No es nada mamá. Y si ya no necesitas mi ayuda, iré a descansar un poco —dije mientras me alejaba.

—Alto ahí señorita. Exijo una explicación —dijo interceptándome antes de que pudiese salir de la cocina.

—Mamá, me molestan en la escuela, no hay mucho —dije evitando su mirada.

—¿Por qué no me lo dijiste antes? —preguntó.

—No habían llegado a estos extremos... hasta ahora —contesté.

—Mañana mismo iré a hablar con el director —dijo firme.

—Eso lo empeorará, mamá —dije rodando mis ojos.

—No estaba preguntándote, Allyson —contestó segura.

—De acuerdo mamá —respondí—. ¿Puedo irme ya?

Asintió. Fui directo a mi habitación.

Me molestaban por mi altura. En realidad siempre fui una persona demasiado tranquila. Nadie me defendía. Me habían tirado y pateado el rostro... obviamente dejaron muchas heridas. Sin mucho que hacer, me fui a dormir.

Un día nuevo. Hice todo lo que tenía que hacer: ducharme, lavarme los dientes y desayunar. Mi madre me llevó a la escuela.

—Vamos —dijo una vez que se estacionó en la acera.

—¿Es realmente necesario que hables con el director? —pregunté.

Voltee a verla suplicante.

—Sí —contestó con firmeza—. No pueden ir por la vida golpeándote, hija.

Suspiré.

—Acabemos con esto —contesté.

Salí del auto sin esperarla y me adentré en el edificio escolar. Llegué a mi salón sin percances... afortunadamente. Mi primera clase era orientación vocacional, asignatura que te ayudaba a elegir tu carrera para la universidad. Soy Allyson Brooke Hernández y tengo 17 años.

Mis clases empezaban a las ocho en punto. Miré el reloj cerca del pizarrón y eran siete cincuenta y cinco. Me senté —como siempre— en el último banco del salón, en la fila más alejada de la puerta. Saqué una libreta y un lápiz.

Sonó el timbre y justo venía entrando el maestro. Atrás de él venía una chica. Le calculaba unos 16 años; ojos miel, cabello negro hasta los hombros, quizá medía 1.65; piel aperlada. Rostro fino, bonita nariz. Hermosa, en pocas palabras.

—Pensé que te había dicho que no regresaras, bicho —dijo Jen, la chica que se encargaba de hacerme la vida imposible.

Rodé los ojos.

Imaginas & One-shots de Fifth HarmonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora