Dinah POV
Hoy sé que será de esas noches en las que no puedo pegar ni un momento los ojos; de esos días en los que no puedo descansar aunque lo intente.
Me removí en mi lugar. Suspiré pesadamente, viendo al techo. Estaba acostada en mi cama. Las sábanas me cubrían hasta el cuello. Mis brazos a cada lado de mí. Estar así es como tu propia prisión. Tú mismo eres tu cárcel personal.
¿Dónde está?
Me siento lentamente en mi cama y cruzo las piernas. Miro a mi alrededor y solo hay oscuridad total... a excepción de la pequeña línea de luz amarilla, proveniente del alumbrado de la calle, que se cuela por entre mis cortinas.
Estoy comenzando a ponerme nerviosa... muy nerviosa. Mi respiración comienza agitarse. Cierro los ojos e intento mantener la calma, pero me es completamente imposible.
«¡Sara!», grito tan fuerte como puedo.
Necesito encontrarla. Necesito que me ayude. Solo ella sabe cómo calmarme en momentos así.
«¡Sara, ayúdame!», grito nuevamente.
El silencio me responde. El silencio es el único que está presente en esta noche de ansiedad total.
«Respira. Uno, dos, tres...», pienso para mí misma.
Siento mis manos temblar. Estoy fría. Fría como la noche en que ella se fue. Toco mis mejillas y noto las lágrimas fluir. No sé en qué momento comencé a llorar. Mi corazón está a tope. Siento que en cualquier momento mi corazón entrará en paro.
«Inhala. Uno, dos. Exhala. Tres, cuatro», susurro.
Siempre es más fácil cuando hay alguien a tu lado diciéndote que respires, que cuentes tus respiraciones.
Cuando estás sola en un ataque ansioso, pierdes la habilidad de pensar. Es decir, sabes qué hacer, sabes que tienes que respirar profundo, contar; cerrar los ojos, concentrarte y volver a empezar. Sabes lo que tienes que hacer, pero simplemente tu mente no escucha y entra en pánico contigo.
Tomo mi teléfono. Abro WhatsApp. Debato conmigo misma si es buena idea mandarle un mensaje. Me quedo ahí, con el celular en las manos y su chat abierto. Escribo:
"¿Sara?"
Decido si darle click a enviar. Una parte de mí sabe que ella no contestará, ya que no suele estar despierta hasta estas horas, así que borro el mensaje.
Suspiro. Vuelvo a escribir:
"¿Estás despierta?"
¿Por qué le pido ayuda si sé que no me contestará? Niego con la cabeza y nuevamente borro el mensaje. Me desespero, así que aviento mi teléfono y cae en algún lado de mi cama.
Suspiro. Ya me he calmado un poco.
Tengo esa sensación de que alguien está ahorcándome ligeramente, podríamos decir que como un nudo muy grande en la garganta, pero este no me deja respirar profundo. Me asusto. Nuevamente comienzo a agitarme.
«Cálmate. Cálmate», pienso.
Mientras comienzo a acostarme lentamente. Me cubro totalmente con las sábanas y me hago bolita. Inhalo, exhalo. Repito el proceso.
Mi teléfono suena, haciendo que me exalte. Busco el teléfono. Miro que tengo un mensaje.
"¿Dinah?"
Decido responder, con la esperanza de que me distraiga lo suficiente.
"¿Qué pasa, _____?"
Recibí otro mensaje de ella.
"Sé que estás ansiosa"
"¿Cómo puedes saber eso?"
"Te conozco mejor que nadie"
Y sé que ella tiene razón. Suspiré.
"Tal vez lo estoy", le confieso.
"Voy para allá"
¿Es una broma?
"¡_____! ¡No! ¡No es necesario!"
Sin embargo, ya no me contesta y sé que con eso da por terminada la conversación.
Ni bien diez minutos pasaron, escucho el timbre de mi casa. Suena mi teléfono y veo un mensaje de _____:
"Si no me abres, tumbaré la puerta... sabes que puedo hacerlo"
Tragué en seco y me paré rápido de la cama, yendo hacia la entrada principal de mi hogar. Me aseguro por la mirilla que sea ella, antes de abrir la puerta.
Y la veo, tan deslumbrante como siempre. Con botanas y refrescos.
—Pensé en que necesitarías un poco de comida —dijo _____.
Me sonrió y le sonreí.
—Te amo, ¿lo sabes? —dije.
—Aquí estoy para ti, Dinah.
Me acerqué a besarla. Nuestros labios se tocaron un momento.
—Perdona, yo no... —comencé.
—No me molesta —dijo.
Sonreí.
—¿Crees que sea bueno formalizar? —preguntó.
—¿Quieres ser mi novia? —cuestioné.
—Pensé que nunca lo preguntarías —dijo—. Tienes que prometer que intentarás dejarla atrás.
—Lo prometo.
———
¿Está medio curioso? Un final medio ambiguo.
Para avisarles, cambié todas las portadas de las historias. Espero les gusten. Les mando un fuerte abrazo. Los quiero.
-H.