___ POV
—¿Ally? —pregunté a mi prometida.
—¿Si? —preguntó de regreso.
—Y si... ¿y si intentan separarnos? —pregunté suspirando.
—No lo harán —aseguró.
Posé mi mano sobre la pantalla. Cómo quisiera tenerla conmigo. Casi cinco meses de estar hablando, dos o tres meses de habernos confesado nuestros sentimientos... uno de estar comprometidas. Sí, no la conozco personalmente, pero algún día lo haré: algún día conoceré al amor de mi vida y seremos felices siempre.
Sí, pasaremos por muchas cosas, buenas y malas, pero, como una vez le dije: la vida sería muy aburrida si todo fuese felicidad siempre. Está bien tener un poco de emoción de vez en cuando o se caería en la monotonía.
—Tengo miedo —confesé.
—¿A qué? —preguntó frunciendo el ceño.
—A que te canses de mí; a que llegue alguien mejor —sollocé.
—Eso no pasará —dijo firme.
—Puede que alguien que sí pueda estar contigo te enamore —solté frustrada—. Quiero estar contigo. Ya. En éste momento. Abrazarte, besarte, hacerte reír; hacerte cosquillas.
—¿Cómo le hago para que entiendas que me encantas, que me tienes a tus pies? —soltó suspirando.
Me miró directo a mis ojos. Sus ojos... ¡pero qué ojos!
—Te amo demasiado —dije sonriendo de lado.
Tenía una extraña habilidad para tranquilizarme. Podía sentir cómo me sonrojaba. Sentía el calor en mis mejillas.
—Te amo más, cielo —contestó, sonriendo muy amplio.
Nos quedamos viendo a los ojos. No había necesidad de decir mucho. Sé que ella me ama. Ella sabe que yo la amo.
—Eres lo mejor que tengo —dijo después de un rato.
—Sabes que yo pienso igual, hermosa —dije—. Sabes que haría lo que sea por ti porque te amo. Nunca sentí esto que tengo contigo con nadie más. Te amo.
—Te amo tanto que no puedo ponerlo en palabras —dijo suspirando.
Ella batallaba tanto para expresarse. Algunas veces era complicado saber qué pasaba por su mente, pero así la amé, la amo y la amaré.
—Dame un minuto —dije.
Salí un momento de su visión y fui a buscar un pequeño dije de una moto que le compré. Ella ama las motos. Yo la amo.
—¿Bebé? —preguntó confundida.
—Aquí estoy —dije apareciendo de nuevo en su campo de visión.
—¿Qué pasa? —preguntó.
Suspiré. Hacerle ésta pregunta siempre me ponía nerviosa. Temía que alguna vez se cansara de tanto preguntarle. Es solo que me gusta confirmarlo. Me gusta leerlo y escucharlo.
—Amor, sé que siempre te lo pregunto, pero quiero hacerlo bien. Sé mi esposa. Sé mi todo. Sé lo primero que vea en las mañanas y lo último que abrace antes de dormir. Te amo. Te amo y tú, perfecto Ser etéreo: eres lo mejor que me ha pasado —dije un poco apenada.
Le enseñé el pequeño dije. Ella sonrió de lado y se ruborizó.
—Sí y ésa será mi respuesta siempre —contestó.
La amo tanto. Sentía mis mejillas arder. La sensación que me producía que ella me dijera eso me hacía tan feliz.
—Te amo —dije escondiendo un poco mi rostro entre mis manos.
—Te amo más, mi vida —dijo riendo ligeramente.
Sonreí. Me gustaban todas sus formas de decirme. Desde la más cursi hasta la más simple. Ella jamás me llamaba por mi nombre... ni siquiera cuando empezamos a hablar. Todo éste tiempo he sido "linda", "bebé"; "amor", pero nunca _____.
—En serio princesa, pídeme lo que sea y lo tendrás. Así de mucho te amo —dije viéndola a los ojos.
—Quédate conmigo siempre —soltó sin titubear.
—Hecho —contesté asintiendo.
—¿Siempre? —preguntó ladeando su cabeza.
—Afirmativo: siempre —confirmé.
—Te amo —dijo feliz.
—Te amo más —sonreí.
Ella comenzó a reír. Qué risa tan hermosa. Qué acento tan perfecto. Reí con ella.
—¿Algo más? —pregunté curiosa.
—Trata de no lastimarte, ¿puedes? —preguntó esperanzada.
Sí: algunas veces mi ira sobrepasaba mi juicio y me lastimaba. Golpeaba lo que tuviese cerca: usualmente era la pared. Mis puños se encontraban con la superficie dura y a mí no me importaba: yo tenía que sacar todo y ésa era mi enferma forma de hacerlo.
—Okay, te lo prometo. No lo haré más —respondí—. ¿Alguna otra cosa?
—Que me cocines y no te quejes si por accidente incendio la cocina —dijo seria.
Y me solté a reír. Ella podía ser tan condenadamente tierna.
—De acuerdo: cocinaré para ti y no me quejaré. Entonces: tienes mi corazón de por vida. Siempre, siempre, siempre. Tú y yo. Yo y tú. Estaré y me quedaré siempre a tu lado —dije sonriendo.
—Eso me parece perfecto —dijo sonriendo.
Igual a mí.
———
¡Los quiero!(: