___ POV
—Silencio —dijo el padre—. Necesitamos continuar con la boda.
Mis ojos no podían dejar de verla. Sabía que era ella. Sus lentes oscuros, su cabello, su altura, todo la delataba... Allyson Hernandez estaba en mi boda, viéndome ser infeliz y a punto de escucharme decir "acepto". Todo esto era demasiado para mí. Para empezar, no sé cómo es que la dejaron entrar y segundo, ni siquiera está vestida para una boda... lo cual hace extraño que no la hayan notado los demás aún.
Sentía su mirada sobre mí incluso a través de esos lentes. La sentía tan cerca que podía ver sus lágrimas caer. No pude evitar comenzar a llorar al verla así. Se lo había prometido.
—Jamás permitiré que alguien te lastime otra vez —dije acariciando su cabello.
Había peleado con Normani y esta le soltó una bofetada. Había sido tan fuerte que su mano había quedado marcada. Ally estaba sentada sobre mis piernas; estaba llorando sin control y eso me destrozaba.
—Ally, mírame —dije.
Ella volteó lentamente a verme y la mirada que tenía me destrozó aún más.
—Te prometo que jamás nadie te hará sentir así de nuevo —dije—. No soporto verte así. Algo como esto jamás sucederá nuevamente.
—Te amo —dijo.
—Te amo también, Ally —dije sonriendo ligeramente.
—No lo entiendes —dijo.
Fruncí el ceño.
—Lo hago —dije segura—. Me amas románticamente, como pareja, ¿no es así?
Ella asintió.
—Ya lo sabía, eres algo obvia. Yo también te amo así —dije acariciando su mejilla—, pero no puedo ofrecerte la vida que te mereces.
—No me importaría estar en todos los medios si al final del día tú estarás conmigo —dijo volviendo a llorar.
—Ally —comencé—. No conoces a mis padres. Ellos pueden ser demasiado intensos y no quiero que te lastimen.
—Tomaré el riesgo —dijo—. Puedes presentarme como tu amiga. Es suficiente con que nosotros sepamos lo que sentimos.
Suspiré.
—Por favor —suplicó—. Te quiero conmigo.
—Te quiero conmigo también, Allyson —dije limpiando sus lágrimas.
—Sé mi novia —dijo.
Fue más una afirmación que una pregunta.
—Lo soy desde hace mucho, Ally —dije.
Eso la hizo sonreír. Sonreí con ella. Me incliné un poco para besarla. Fue un beso corto, pero sincero.
—
—¿Aceptas, _____ Wilson, a David Tanner como tu legítimo esposo, para estar con él en la salud y en la enfermedad? —preguntó el sacerdote.
Escuché la pregunta, claro que la escuché, pero mi vista seguía en ella. Sus lágrimas y mis lágrimas caían sin permiso. De mi respuesta dependía mi felicidad y la suya.
Organicé una fiesta en su casa a la que asistirían sus amigos. Hoy sería el día en que le preguntaría si quería casarse conmigo. Dinah, Normani y Lauren dijeron que aceptaría. Lauren se unió al grupo amistoso después de unos meses, cuando le tiró un café a Dinah accidentalmente sobre la ropa. Dinah es con quien Normani estaba el día del concierto.
