___ POV
—No te muevas —dije firmemente.
—¿O qué? —dijo desafiante.
—No necesito tocarte para romperte el cuello, Ally —dije lentamente.
—Así que es verdad, ¿huh? —dijo Ally—. Eres un híbrido.
—No tengo que darte explicaciones —escupí—, pero puedo deshacerme de ti si lo deseo.
—¿Qué se siente ser hija de un lobo y una hechicera? ¿Es divertido? Apuesto que tu madre disfrutó estar con un anim–
No dejé que terminara, pues la aventé lejos con un tronido de mis dedos.
—No hables de mis padres —dije enojada.
Mostré mis colmillos y mis pupilas se tornaron amarillas. Sentí dolor, pues el proceso de transformación a un lobo es increíblemente doloroso.
—No te tengo miedo —dijo Ally—. Yo también tengo unos de esos.
Ella orgullosamente me enseñó sus colmillos propios de un vampiro.
—¡Puedo matarte justo ahora! —grité.
—Sin embargo también eres vulnerable a mí —dijo sonriendo con malicia—. Un solo roce de estos colmillos y es tu fin.
—Y un solo hechizo sería fatal para ti...
Ambas somos inmortales, pero éramos vulnerables la una de la otra. Tal vez un puñetazo de ella no me mataría, pero sí diez mordidas en el mismo lugar, lo cual era difícil de conseguir. En su caso, no la mataría un rasguño de mi parte, pero sí un hechizo específico para vampiros.
Comencé a gruñir, pues estaba perdiendo la paciencia.
—No puedes matarme. Eso significaría guerra —dijo desafiante.
—Me da igual si tus padres son líderes de tu grupo, no les tengo miedo —dije.
—¿Qué hay de Ebaa? ¿Crees que se divierta si vamos por ella? Porque sabemos dónde está. Somos más rápidos... podemos llegar antes que tú —preguntó, mientras se recargaba contra una palmera.
Ebaa es mi hija, quien procreé con Dinah, siendo la Polinesia un híbrido también. No estaba preocupada, pues tanto Dinah como Ebaa estaban en un lugar seguro, pero eso no necesita saberlo Allyson.
Nos encontrábamos en una isla desierta, hogar de Ally. Rastrearla fue complicado, pero la encontré finalmente después de dos meses de tanto buscar.
Tomé una respiración profunda y al soltar el aire, mis dientes volvieron a ser normales al igual que mis ojos.
—No te metas con mi hija, Allyson —dije más tranquila.
—No puedo prometer nada —dijo sonriendo, guiñándome un ojo.
—Si tocas a mi hija, encontraré a Ted... de todas formas hace mucho que no lo vigilo personalmente.
La cara de Ally se transformó en ira total. Ted no vivía con ella, ya que lo adoptó una familia humana.
—¿Cómo demonios sabes de Ted!
—Son vampiros, Allyson, y son fáciles de rastrear... solo hay que seguir el olor a muerto.
Ally corrió hacia mi y me dio un empujón que me mandó lejos, haciendo que me estrellara contra una roca irregular. Por lo menos unos diez metros lejos me mandó. Los vampiros son demasiado fuertes.
Pude escuchar y sentir algunos huesos rompiéndose, incluyendo mi pierna izquierda y mi codo derecho. El dolor hizo que mis colmillos salieran. Tomé algunas respiraciones hasta que logré tranquilizarme. Más tarde hice una bola de energía color verde en mi palma izquierda, para después aventarla contra mi pecho. Acto seguido, escuché mis huesos acomodarse sin dolor alguno. Moví mis extremidades que hace un momento estaban rotas para después pararme despacio.
Ally llegó corriendo con su súper rapidez.
—No te atrevas a llevarte a mi hijo. Se supone que nadie debería saber de él —dijo entre dientes.
—Mi deber como parte de la Guardia Mitológica es saber todo aquello que los sucios vampiros quieren esconder.
—No somos sucios —dijo mostrándome nuevamente sus dientes.
—¿Muertos, tal vez? —dije sonriendo.
Justo cuando estaba por taclearme al piso, troné mis dedos y ella quedó suspendida en el aire.
—¡Sácame de tu maldito hechizo! —gritó.
Ella se movía desesperadamente, buscando a como diera lugar salir de aquel encanto que yo le había lanzado.
—Solo si haces un trato conmigo, Allyson.
—¿Qué demonios quieren tú y tu estúpida Guardia excluyente? —escupió.
—Contrario a lo que crees, quiero destruir a la Guardia Mitológica —dije.
Rió amargamente.
—Lo dudo. Eres su más fiel sirviente —dijo ella con odio.
—Es lo que necesitan creer, pues así no sospecharán de mí.
—¿Qué hay de Dinah? ¿Ella sabe de esto? —preguntó.
—Está en una ubicación segura al igual que mi hija. Una que, en realidad, solo ella y Ebaa conocen —respondí—. Y sí, sabe de esto.
—¿Por qué quieres destruirla? —preguntó curiosa.
—Recién me enteré que el consejo mató a mi madre. Quiero total venganza. Mi padre es viejo y no representa una amenaza para ellos, por lo que lo dejaron vivir.
—¿Qué hizo tu madre para enfurecer a la Guardia? —preguntó—. Además es prácticamente imposible matar a una hechicera a menos que...
Los hechiceros cuando vienen de un linaje puro son imposibles de matar. Cuando son híbridos las posibilidades aumentan. Mi madre era hechicera pura.
Troné mis dedos para liberarla del encanto, haciendo que pudiera estar en pie nuevamente.
—Tengan en su poder el Anillo de Sierpe —terminé por ella.
—¿Cómo demonios? —preguntó Ally, frunciendo el ceño.
—Es lo que quiero saber. Hace cincuenta años se suponía lo destruyeron. Yo estaba ahí cuando pasó. Quiero averiguar quién y cómo logró conservar el anillo —dije.
—Esto significa que mintieron a todos los grupos bajo su mando —dijo ella mostrando sus colmillos.
—¿Sabes? Los hechiceros no somos lo únicos vulnerables al Anillo...
Ally me miró, en su interior sabiendo y temiendo la respuesta.
—También los vampiros puros lo son —terminé de hablar.
Su mirada reflejaba la ira y miedo que yo sentía. Me tendió su mano y, mirándonos directo a los ojos, estrechamos nuestras manos, cerrando un trato en silencio.
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