___ POV
—Has estado un poco callada —comentó Normani mientras íbamos camino a casa de Dinah.
Habíamos comprado entre las dos un carro pequeño, lo que se acomodaba perfecto a nosotras. Ella amaba conducir.
—No es nada —respondí vendo hacia fuera de la ventana.
—Sabes que puedes decirme lo que sea —dijo la morena.
—Sé que puedo —dije suspirando—, solo no quiero hablar aún de ello.
—Entiendo bonita —dijo Normani.
Voltee a verla.
—Siento mucho que esto de alguna manera arruine nuestro día —dije algo triste.
—No estás arruinándolo, tranquila —dijo tomando mi mano.
—No creí volver a verla —dije viendo a mi regazo.
—Está afectándote más de lo que debería —dijo mientras estacionaba en coche.
—Sabes mi historia con ella —dije un poco a la defensiva.
—Lo sé, tranquila —dijo levantando sus manos en señal de rendición—. Solo intento decir que no vale la pena que siga persiguiéndote tu pasado con ella.
—Supongo que tienes razón —dije.
Asintió, salió del auto y cerró su puerta para después abrir la mía. Caminamos tomadas de la mano y en silencio hacia la entrada principal de la casa de Dinah.
Toqué el timbre.
Inmediatamente la puerta se abrió y nos recibió una Lauren muy sonriente.
—¡Hola! —exclamó la ojiverde mientras nos envolvía a ambas en un abrazo.
—Hey Lau —dije sonriendo.
—Lauren —saludó Normani.
Lauren nos miró un momento.
—Algo está mal entre ustedes... puedo sentirlo —dijo Lauren frunciendo el ceño.
—No es nada —respondí rápidamente.
Lauren entrecerró los ojos.
—Como tú digas —dijo Lauren poco convencida—. Adelante.
Se hizo a un lado y nos dejó entrar.
—Dinah está en la cocina —dijo Lauren dirigiéndose a mí.
—Gracias —sonreí.
Me dirigí a la cocina mientras Normani y Lauren subían a jugar videojuegos: su momento favorito del día.
—Hola D—saludé a Dinah.
—¡_____! —dijo tomándome en un abrazo—. ¿Cómo estás? —sonrió.
—Estaba considerablemente bien hasta que la vi —confesé.
—¿La viste? —preguntó frunciendo el ceño.
Alcé una ceja.
—Oh... ¡La viste! ¡A ella! ¡La tal Camila! —dijo sorprendida.
—Baja la voz, Dinah —dije rodando los ojos—. Sí, vi a Camila. Vino aquí solo para buscarme y llevarme de regreso con ella.
—Pero, no lo harás, ¿cierto? —preguntó curiosa.
—N-no lo sé —suspiré.
—Aún sientes cosas por ella, ¿no? —preguntó.
