___ POV
—Baila conmigo —dije parándome de mi asiento.
Extendí mi brazo hacia ella y le mostré mi mano.
—Estamos en medio del restaurante —dijo mirándome incrédula.
—Baila conmigo —insistí.
Suspiró.
—Nos correrán del lugar —dijo viéndome directo a los ojos.
—Que lo hagan —dije—, pero antes de eso, baila conmigo.
Volvió a suspirar. Tomó su servilleta, limpió las comisuras de su boca y dejó la servilleta sobre la mesa. Tomó mi mano y la ayudé a pararse de su asiento.
Había espacio suficiente para moverse cómodamente. Era nuestro aniversario número 17. Tener 17 años de casadas no ha sido fácil, pero definitivamente ha valido la pena. Coloqué una de mis manos en su cintura y con la otra tomé su mano. Ella colocó su mano libre sobre mi hombro.
Comenzamos a movernos al ritmo de Garôta de Ipanema de Antonio Carlos Jobim. Es una canción un tanto movida, así que debíamos seguir el ritmo.
—No sé porqué se me hace conocida esa canción.—dijo.
Hizo un gesto de estar esforzándose por acordarse. Sonreí. Era imposible que no recordara la música.
—¡Cómo no conocerla! —dije alzando una ceja.
Ella me guiñó su ojo derecho y me robó un beso.
Nuestra historia comenzó en un elevador y justo ésa canción sonaba... bueno, algo así. Fue demasiado gracioso, puesto que nos habíamos quedado atrapadas. Yo soy claustrofóbica y estaba teniendo un ataque ansioso dentro del elevador. Ella me abrazó y comenzó a tararear esa canción hasta que logró calmarme. Sabía que no podía dejarla ir. Y créanme que ha valido la pena.
—Te amo —dijo.
Le robé un beso.
—Te amo, Normani —respondí.
Seguimos bailando. La gente nos veía raro, pero no me importaba y parecía que a Normani había dejado de importarle. Me encantaba hacer locuras con ella. Comenzó a moverse con menos tensión y empezó a disfrutar más el momento.
—Pensé que estabas en contra de bailar frente a tanta gente —dije alzando una ceja.
—Pensé que dijiste que no importa si nos corren —contestó alzando una ceja también.
Reí.
—Eres el amor de mi vida —solté.
Hoy sus ojos tenían un brillo demasiado especial. Sus orbes solo reflejaban felicidad y paz. Llegar aquí y ser completamente estables nos costó demasiado, pero luchamos contra todo pronóstico y jamás nos rendimos.
—Volvería a vivir todo contigo de nuevo —contestó.
—También yo lo haría —dije sonriendo.
Seguimos bailando hasta que la canción terminó y reanudamos nuestra cena. Regresamos a nuestro acogedor departamento. No, no teníamos hijos. Fue una decisión mutua. Lo primero que pensé fue que, con ella viajando por el mundo justo como yo, no habría tiempo para establecernos un rato y criar un niño. Compartí mi pensamiento con ella y en realidad, me sorprendí cuando dijo que aún no era momento de tener un pequeño y que estaba de acuerdo conmigo. Nos casamos relativamente jóvenes. A penas cumplí 18 años, fuimos y firmamos el papel que nos uniría de por vida.
Jamás le temí al matrimonio. Es decir, no con ella. Ella siempre lo hizo parecer tan fácil... tanto que esa confianza y tranquilidad me la transmitía día a día y, cuando tenía mis inseguridades de que yo sería quien fallaría como pareja, ella se encargaba de hacerme notar que no sería así. Y es cierto, no he fallado. Jamás he llegado una sola vez tarde a casa, ni tampoco le he dado motivos para creer que la he engañado. Y, por sobre todo, jamás la he engañado. No tengo necesidad de buscar amor o intimidad con nadie más. Con Normani tengo lo que necesito y más que eso.
El principio fue rocoso. Más que por nuestras familias, por sus fans y por mis compañeros de trabajo. Sus fans siempre fueron demasiado protectores con ella y, realmente no los culpo, pero a veces sobrepasaban los límites. Todos sus seguidores pararon cuando ella amenazó con dejar de hacer música completamente. Me sorprendí cuando ese comunicado salió. Para Nomani sus fans lo son todo y, que les hablara de esa manera, me hizo notar que realmente siempre quiso estar conmigo; que jamás tuvo dudas.
Sin embargo, sentía que ya era momento de tener un cambio en nuestra vida. Sentí que era momento de agregar un pequeño Ser a nuestra ecuación. No es que me haya aburrido de solo estar con Normani, pero necesitábamos un poco de "aires nuevos". No sabía cómo sacar el tema, así que por esta noche lo dejaría pasar. No quería arruinar nuestro increíble día de aniversario: con un poco de sexo dulce y compañía mutua.
—¿Está todo bien? —preguntó Normani.
Justo ahora estábamos acostadas en nuestra cama. "Elementary" se encontraba en la televisión. Me había perdido en mis propios pensamientos. Supongo que esta también podría ser una opción.
—Sí —contesté.
Sabía que Normani era la indicada. Lo supe desde siempre porque nunca hubo necesidad de dormir abrazadas, de comer siempre juntas. Algunas veces nos dábamos algo de espacio e intuyo que eso también había contribuido en tener una relación tan genial.
—Estás mintiendo —dijo.
Tomó el control remoto y apagó el televisor. Sabía que cuando ella hacía eso era mejor decirle la verdad desde el principio.
—No precisamente —dije.
Me senté con las piernas cruzadas y ella hizo lo mismo.
—¿Qué sucede? —preguntó.
—He estado pensando que, quizás, solo quizás... —comencé.
—Sé lo que dirás —dijo mi esposa.
—¿Lo sabes? —cuestioné curiosa.
¿Olvidé mencionar que ella me conoce demasiado bien? Más que yo a mí misma.
—Estás pensando en que es hora de tener un pequeño —dijo.
Abrí mis ojos grande.
—E-es decir. Solo si tú quieres —dije rápidamente—. Podemos esperar aún, pero siento que podría empezar una nueva etapa en nuestras vid–
Fui cortada por Normani.
—Tengámoslo —respondió.
Alcé mis cejas.
—Llevo rato pensándolo también, _____ —dijo—. Creo que ahora es el momento perfecto.
—¿D-de verdad? —pregunté sonriendo amplio.
—Totalmente —dijo.
Tomó mi mano y la apretó un poco.
—Es hora, amor —dijo mirándome.
—Es hora, princesa —dije.
Es tan lindo ser feliz.
———