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Empiezo a sacar conclusiones prematuras como siempre hace él y la imagen que me devuelve el espejo empalidece casi tanto como la tez pálida de quien está hablando conmigo. 

No, no, no. No puede ser lo que estoy pensando.

— ¿De qué hablas? — mi voz se quiebra y no termino de articular la última palabra correctamente. 

— Avísame cuando regreses — dice tajante y corta la llamada.

Sé muy bien que no puede oírme pero repito su nombre una y otra vez entre lágrimas con la estúpida esperanza de que si pueda hacerlo. Con dedos temblorosos vuelvo a marcarle pero no contesta. Lo deja sonar hasta que el aparato me envía al buzón de mensajes. Unos golpes en la puerta me sobresaltan y casi se me cae el celular en el lavabo.

— ¿__t/n__, estás bien? — la voz de Dean me trae de nuevo a la realidad y me obliga a hacer de cuenta que nada pasó. ¿Cuánto tiempo llevo aquí dentro?

— ¡Si, ya salgo! — no estoy convencida de haber sonado bien pero espero que él no lo note. En el caso de que no haya notado mi tono de voz angustioso, va a notar que mis mejillas y nariz se tornaron ligeramente coloradas. ¿Por qué será, que de todos los días, justo hoy no traje ni los lentes de sol ni mi gorra?.

Me mojo el rostro con un poco de agua fría para borrar todo rastro de lágrimas y salgo, no es como si pudiera quedarme aquí adentro a esperar que se fuera solo. Antes de abrir la puerta ya dibujo una sonrisa creíble, lista para esconder como me siento en realidad. 

Apenas cruzamos miradas, Dean parece preocupado.

— ¿En serio estás bien? — vuelve a preguntarme. 

— Sí — digo con voz normal y sonrío. Sigo caminando hasta la mesa donde estábamos sentados y él me sigue los pasos.

La comida aquí es deliciosa pero no me entra bocado del nudo en el estómago que tengo. Debo obligarme a comer para mantener las apariencias con Dean Brown. Conversamos un rato y descubro que es una persona muy humilde y agradable, todo lo contrario a como los medios lo han categorizado. Se ofrece a pagar la cuenta y, por más que insista en querer pagar mi parte, no me lo permite.

— Déjame pagar o ésto te costará el contrato — dice con un tono serio pero bromista al mismo tiempo. Levanto las manos en el aire, en señal de rendición, y sonrío. Considero llamar un taxi para volver al hotel pero él persiste con la idea de querer viajar otra vez en bus.

— ¿__t/n__? — dice mi nombre y me doy cuenta que estaba hablándome pero no le presté atención.

— Disculpa, no te oí — digo algo avergonzada.

— Sucedió algo en el restaurante, ¿verdad? — me pregunta y no contesto porque ya se habrá percatado de ello a pesar de mis intentos de disimularlo. 

— Perdón si arruiné tu recorrido por la ciudad — me apresuro a decir.

— Deja de disculparte, no hiciste nada malo. Todo el mundo tiene problemas — dice y sonríe sin ganas, como si estuviera recordando los suyos. — Y todos tienen solución, así que no dejes que te agobien demasiado, ¿sí? — agrega.

El nudo en mi estómago sube hasta mi garganta y mis ojos se inundan de lágrimas que me obligo a contener. Si todo problema tiene solución, ¿por qué los problemas entre Yoongi y yo tardan tanto en resolverse? 

* * *

Decido volver caminando desde el hotel a los dormitorios. Es un camino largo a pie pero me da el tiempo que necesito para pensar con claridad. Compro una gorra en una tienda de pasada y unos fans me reconocen, me piden autógrafos y unas fotos pero por suerte no arman tanto revuelo y logro irme antes de que más se agolpen. 

Sunbae and I || SUGA || 3ra TempDonde viven las historias. Descúbrelo ahora