Sunbae and I || SUGA || 3ra Temp

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A las 8 AM en punto, el doctor Min aparece y me dice que ya puedo volver a mi vida diara, siempre y cuando haga todo lo que él me exige para que otro episodio como el de ayer no suceda de nuevo. Ver la cara de celoso que pone Yoongi cuando el doctor me pide un autógrafo, me causa tanta gracia que apenas puedo contener la risa delante de éste último.

El doctor Min es atractivo, seguramente hay muchas enfermeras soñando despiertas con él y parece tener treinta como máximo o tal vez menos; puede que sea recién graduado. Pero por más encantador e inteligente que luzca, prefiero mil veces a mi gruñón amante de Kumamon. 

— ¿Lista? — me pregunta algo distante cuando el doctor Min se va a revisar a otro paciente a unas tres camas de distancia.

— Sí — contesto y se me escapa una risa.

— ¿Qué?

— ¿Estás celoso del doctor? — le pregunto riéndome y eso lo pone de más malhumor.

— ¿Quién? ¿Yo? No — contesta con sarcasmo.

— Lo estás — digo por lo bajo sonriendo.

Cuando pasamos por al lado de la cama del paciente que ahora está atendiendo el doctor Min, Yoongi me toma de la mano y me coloca del otro lado para que no pueda verme.

— Creí que no estabas celoso — le susurro al oído.

— No lo estoy, sólo me gusta sostener más tu mano izquierda que la derecha — dice mirando hacia donde está el doctor.

Contengo la risa por la bobada que acaba de decir y continuamos caminando. Al llegar a la puerta de la sala de guardia, nos topamos con la niña que ayer le pidió un autógrafo y nos despedimos de ella. Le pide una selfie a Yoongi y éste accede al instante. Verlo actuar tan dulce con la niña me hace pensar en lo que dijo anoche sobre que creyó que estaba embarazada. La verdad es que nunca me lo imaginé como padre pero ahora que lo veo interactuar con la niña, debo decir que le sienta bien.

Por suerte no debemos esperar mucho por un taxi cuando salimos afuera. Había uno estacionado justo a metros de la entrada del hospital.

— Sunbae...

— ¿Qué? ¿Te duele algo? — pregunta alarmado.

— ¿Puedo preguntarte algo? 

— Claro.

— ¿Qué sentiste cuando pensaste que podría estar embarazada? — al verlo con la niña, me dió curiosidad. Se aleja un poco de mi para poder verme a la cara.

— ¿A qué viene esa pregunta? — pregunta sorprendido.

— No sé, quiero saber — digo encogiéndome de hombros.

¿Se habrá asustado? ¿Se habrá puesto feliz? Nunca, en los casi tres años que hemos estado juntos, tocamos el tema de tener hijos, así que no sé cuales son sus pensamientos con respecto a ello. Yo por mi parte, creo que soy muy joven todavía para ello.

Vuelve a rodearme con su brazo y me acerca a él.

— Primero sentí pánico porque sé más de cocina que de bebés para ser sincero. Pensé, "pobre bebé, tendrá un padre desastroso" pero después empezé a imaginarnos a los dos como padres y... — hace una pausa y la sonrisa que se dibuja en su rostro me llena el alma de alegría.

— No serías un padre desastroso — digo recordando como trató a la niña en la sala de guardia. — Serías, si tuvieses una hija, muy cuida y controlador seguramente, no la dejarías tener amigos varones y la vestirías de pies a cabeza como una monja pero, sobre todo, serías muy compañero con ella, estoy segura.