Ya en casa...

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Entro a mi casa para evitar las preguntas tontas de mi madre, voy directo a mi cuarto ocultando mi cabello con mi mochila en la cara. Mi madre seguía en su mundo mirando revistas en el sofá. Voy despacio, ya que está entretenida.

Mamá: A donde vas?

Doy la vuelta y la miro. Ella se asombra, grita como si me hubieran matado.

Mamá: Samantha que te has echo?

Si supieras...

Sam: Nada estábamos jugando con unas amigas.
Mamá: Pero si tu amas tu cabello!
Sam: El cabello crece.

Ella pasa una mano sobre mi mejilla y suelta la trenza que hizo Ulises, la miro a los ojos.. Parece perdida.

Mamá: Sé que te estuve descuidando, a todos, hasta a tu hermana. Pero no tienes que hacer esto para llamar mi atención.
Sam: Para.
Mamá: Sabes que tu padre no vendrá y tu..

Lo menos que quiero hacer es llamar la atención, no entiendo porque mete a mi padre que tiene que ver en todo esto?

Sam: Para! -Ella se aparta con un salto del susto.

Voy al baño corriendo, quisiera vivir con mi padre. Ni siquiera me ha presentado a ese tal William, bueno.. Tampoco lo quiero conocer pero si estamos en su casa es lo mínimo. Me lavo la cara y me miro al espejo.

Sam: Porqué mi vida es tan dramática? Va de mal en peor. -Suspiro.

Seco mi cara y voy a mi habitación. Siento mis mangas pegoteadas en las heridas, saco una por una. Grite muchas veces, AHH. Levanto mi manga poco a poco.. Me miro al espejo, he subido mucho de peso no? Miro cada parte de mi cuerpo y no veo nada que me guste, estas líneas.. Ahg no me gustan. Mi cabello... Agarro unas tijeras y me lo corto más, por los hombros.

Sam: Aún está disparejo.

Sigo cortando mi cabello y me hago un flequillo. Agarro mi navaja, voy a mi baño y me encierro. Empecé a acariciar la navaja contra mi piel, de pronto un pequeño ardor, seguido de una gota, dos gotas. Esa extraña sensación de dolor, esa sensación.. No puedo pensar en mis problemas reales, en cierto punto este dolor es agradable. Me gusto ver el color tan rojo de mi sangre, que escurría por mi brazo. Cerré los ojos. Me concentre en el ardor de mi brazo, y por ese instante pude olvidar todos los problemas que habían en mi vida. Por ese instante pude escapar de mi realidad, esa realidad que dolía más que mil heridas. Jonathan me dijo "No estás sola" y al final todos estamos solos, nadie está a mi lado ahora, ni nadie está cuando lloro. Nadie seca mis lágrimas, nadie me impide cortarme porque ésta es la realidad. La única realidad. Me concentro en el dolor físico y dejo de cortarme. No quiero ver más líneas en mi cuerpo, pero es imposible es lo único que me hace sentir mejor en estos momentos.

Cierro los ojos, escucho un sonido que viene de mi cuarto. Me lavo las heridas, ahg, arden. Voy al baño con una toalla en la mano. David ya había llegado, estaba enfrente mio. Voy corriendo a mi cuarto y me mira sin decir nada, hace que me pare.

David: ¿Lo has vuelto a hacer? Sam: El que? -Apreto la toalla. David: Te has dañado de nuevo?

Miro para todos lados son saber que decir.

David: Samantha. -Toca mi mano.
Sam: Sí.
David: ¿Por qué?
Sam: ...
David: Dime.
Sam: La escuela..
David: Cómo qué la escuela?
Sam: Me alegro mucho que te acepten pero ahora soy yo a la que no aceptan.
David: Qué te hacen?
Sam: No quiero hablar de eso por favor. -Intento irme.
David: Dime, sabes que puedes contar conmigo.

Samantha, Querido Diario.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora