Capítulo 16

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-¡mira Niss! ¡Mira! ¡mira!- le repetía Rue incansablemente mientras observaban los viñedos desde la ventana del carruaje, Katniss sonreía ante la reacción de sus hermanas y ante la de Prim, al ver algo tan hermoso, debía de admitirlo, era maravilloso.

A medida que avanzaban, contemplaban miles de filas de parras de uvas, que se extendían hasta donde sus ojos no podían verlas, y el hecho de que el sol se estuviera ocultando volvía el paisaje mágico, los últimos rayos trataban de llegar a cada rincón de esas tierras que parecían no tener un fin.

Ella nunca se había alejado mucho de la ciudad, hubo ocasiones en las que tuvo que viajar de niña a la casa de sus tíos, a los campos de algodón, pero lo que veía ahora mismo era diferente, no se parecía a nada de lo que hubiese conocido.

Tuvo que pasar como una hora para que dejaran de ver casas, para pasar a ver un camino de tierra y mucho verde alrededor de este, en la siguiente hora ya estaban contemplando el inicio de los viñedos Mellark.

-papá ¿todo esto es tuyo?-le pregunto Prim asombrada a medida que avanzaban y los campos no parecían acabar, su padre tomo una de sus manos.

-es nuestro-le aseguro mientras miraba sus ojos verdes, la niña sonrió ampliamente- todo esto es nuestro- le repitió a la vez que ella volvía a mirar por la ventana.

 La mirada de Peeta se cruzó solo un momento con los  ojos grises de la mujer que estaba sentada en frente, para después mirar el también hacia todo lo que le pertenecía ahora mismo.

Observo el naranja atardecer y no pudo evitar sentirse triste. A pesar de tener todo eso, le faltaba lo más importante, lo hubiese dado todo con tal de que Sophie hubiera vivido hasta ese momento, con tal de que ella pudiera permanecer por siempre a su lado.

Sin embargo nada había resultado como él lo había soñado, la mujer que más amaba no estaba viviendo esto con él, sino que tenía al lado a una dama que no quería, que había aceptado por dinero, la mujer por la que había caído tan bajo. No fue hasta esos momentos en los que tuvo que permanecer por horas en su presencia que se dio cuenta de la magnitud del error que había cometido, tenía que solucionarlo, y ya sabía como…

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El carruaje paro en la entrada de una casa que parecía haber estado desde hace miles de años ahí. Katniss observo todo a su alrededor como si fuera irreal, no se había imaginado aquello, pensó que la insistencia del señor Mellark en que no vivieran en el campo se debía a que la casa podría ser demasiado precaria, demasiado pequeña… nada de eso, era de una sola planta pero era más grande que la casa que ella tenía en la ciudad, eso seguro.

Dejo de mirar los majestuosos árboles que rodeaban la propiedad cuando se dio cuenta de que ese hombre le prestaba la mano para que bajase del coche, la tomo incomoda y  sin mirarlo a los ojos, sino mirando hacia la entrada, unas mujeres iban saliendo. Desde el primer instante en que se dio cuenta de que venían hacia ellos su incomodidad creció estrepitosamente, definitivamente la hicieron sentir fuera de lugar.

Todas ellas se vestían de una manera diferente, efectivamente su ropa era más cómoda que la que ella traía puesta, su piel tenía el color que solo horas bajo el sol podrían haberle dado y su pelo y ojos eran impresionantemente  oscuros. En comparación, Katniss parecía una hoja de papel, su pelo también era oscuro pero no tanto, y ni hablar de sus ojos, nunca serían tan profundos como los ojos de esas mujeres.

-señor Mellark-saludo una anciana a Peeta abrazándolo, Katniss se extrañó ante tanta confianza, por la manera en la que vestían, había imaginado que era la gente que trabajaba en la casa o en los campos. Apretó la tela de su falda sintiéndose ridículamente vestida, era obvio que la que estaba fuera de sitio era ella, pero no solo era su manera de vestir, sino que estaba ocupando un lugar que no le correspondía, lo supo cuando la señora que se distinguía por su cabello blanco la miro a los ojos.

Libertad (FINALIZADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora