-te extraño...- dijo Peeta como pudo mientras hacían el amor, tenerla en ese momento intensificaba todos sus sentimientos, cuando estaban así de juntos todos ellos parecían alentados, eran alimentados.
-yo también...-confeso ella casi en un susurro, le costaba cada vez más respirar. Sus piernas se enredaron en las caderas de él por si solas y ese simple movimiento logro incrementar lo más profundo de sus sensaciones. Le acaricio la espalada con ojos cerrados, beso su pecho recordándose que era real y no uno más de sus sueños, Peeta se encontraba allí con ella, no concebía como podría dejarlo ir esta vez, no quería.
-Katniss...- él estaba llegando a su límite, empezó a moverse con más urgencia luchando con su cuerpo, no la dejaría hasta que no estuviera satisfecha. Los intensos gemidos de su amada, los suyos propios, delataban la situación de ambos, tuvo miedo de no poder contenerse, pero cuando su esposa se deshizo en un profundo orgasmo, fue entonces cuando él pudo vivir tranquilo su liberación...
La cama sobre la que estaban acostados era pequeña, y la idea de permanecer un momento más en la misma posición resultaba perfecta. Él sostuvo su peso en los brazos y ella no le pidió que se apartara, sino que en cambio empezó a acariciarle el rostro, preguntándose si era posible que pudiera amarlo más.
Katniss sentía que lo hacía, percibía que Peeta nunca saldría de su corazón, nunca lo haría, y eso la llenaba de optimismo y miedos en una misma proporción. Sin embargo, dejo de pensar en lo que podría salir mal, porque nada podría arruinar ese momento, poco a poco sus ojos pudieron ver el azul de los de él y la familiaridad le invadió el alma.
Él le beso la mejilla y después los labios, suavemente, queriendo permanecer siempre en esa habitación. Pensando en pedirle...
-¿pasa algo?- pregunto ella al ver el pensativo rostro de Peeta, su boca sonreía pero sus ojos no lo hacían.
-te extraño Katniss- admitió él- demasiado, no sabes cuánto y sé que soy egoísta al pensar en mis sentimientos en este momento, sé que eres feliz aquí, que esta vida es la que querías para ti, pero, aun así, aunque sé que puedes negarte...solo... me gustaría pedirte que volvieras conmigo...
-¿en serio?-pregunto ella con el corazón latiendo fuertemente en el pecho, aun no creía haber escuchado su pedido, pensó que nunca lo haría.
-no te enojes-él acaricio una de sus mejillas sonrosadas- estas semanas han resultado un infierno para mí, no he podido dormir bien sin saber que estas segura, sin saber que las niñas lo están-suspiro por estar comprometiéndola, pero realmente necesitaba tenerla cerca, al menos quería intentarlo- sé que prometí dejar que hicieras lo que te pareciera mejor, pero aun puedes hacerlo si vuelves a nuestra casa.
-¿nuestra?- inquirió sintiéndose comprendida por él. Había vivido lo mismo el ultimo mes, lo había extrañado, muchísimo.
-si- aseguro el señor Mellark juntando sus frentes-todo lo mío te pertenece- "incluso mi corazón", pensó para si mismo, no pudo contenerse de acercarse a besarla, deseando que aceptara, temiendo que no lo hiciera.
-Peeta...-gimió cuando él beso su cuello con tal anhelo, aun no podía creer que estuviera sucediendo, había esperado tantos días por esas palabras, el oírlas parecía en demasía irreal.
-aún no digas que no, solo piénsalo ¿sí?- pidió nervioso, no aceptaría un no, no lo soportaría en ese momento- No tiene que ser inmediato, te prometo que todo será mejor que antes y que podremos... haremos lo que tú quieras que hagamos todo el tiempo- la vio sonreír ante su ofrecimiento- ¿me prometes que lo pensaras?- quiso saber, que lo pensara podría darle esperanzas, aunque la respuesta terminara siendo una negativa.
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Libertad (FINALIZADA)
RomanceSiglo XVIII, ¿puede existir una mujer llena en iguales cantidades de odio y amor? ¿Puede un terrible temor llenarte de prejuicios? ¿Puedes vivir desconfiando y a la vez entregarte por completo? ¿Puedes tener sueños diferentes a los que te han impues...