✓ ❝sé que vas a quererme sin respuestas...❞
Cuando se conoce al primer amor, tan dulce y peligroso, ¿se puede escapar de aquella aventura? Catherine Perret y Sebastián Fassbender tienen la respuesta. Ella una bella joven americana y él un cautivado...
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Las puertas del ascensor se abren ante nuestros ojos y los de nuestros acompañantes, mostrándonos nuestro majestuoso destino. Con la caballerosidad recurrente, Sebastián me deja avanzar en primer lugar, para así, tomar la ventaja en un segundo. Logra alcanzarme, tomando mi mano y dejándome caer contra él con esplendida precisión. Sus manos presionan mi cuerpo con deliciosa intensidad, haciendo que soltara un quejido, sellando cualquier otro posible sonido con sus labios que más que furiosos reclaman por los míos.
Intento sostener entre mis manos su precioso rostro con la misma fuerza que él ejerce en mi cintura, y que pronto, recorre hasta mi trasero. Una pasión que me descoloca tremendamente, a la cual aun no sé muy bien como responder, pero que me fascina, tanto como quiero creer a él le sucede. Un gruñido proveniente de su garganta se esconde entre nuestros labios, cesando lentamente las caricias de sus manos como del delicioso beso que compartimos.
—Necesitamos un baño.— pronuncia con respiración totalmente desequilibrada, no esperando respuesta en lo absoluto para ya comenzar a guiarnos a donde quería.
A diferencia de antes, él no deja que entre en primer lugar. Ahora, entramos juntos, soltando mi mano a los segundos y como si eso hubiera significado perder todas mis fuerzas, quedo estática en medio del lugar, confundida sin saber de qué y excitada sabiendo muy bien por qué. De pronto, su mirada encuentra la mía y el cambio tan atrevido en sus zafiros azules me deja sin aire. Bajo mi notoria inquietud, él comienza a desvestirse con una eficiencia que me parece tan preciosa como la escultura que su cuerpo era.
—Quítate las medias.— la firmeza en su orden me resulta bastante amable, alarmándome aun así y teniéndome al segundo en acción. Con su camisa fuera, y mis medias también, él se acerca a mi. Sus pasos son tan elegantes y cuidadosos como cada movimiento que habia hecho hasta ese momento, con poderosos ojos azules que solo buscaban intimidarme mucho más de lo merecido. Como soy incapaz de mantener mi mirada en la suya, observo como sigue desprendiéndose de sus prendas, sintiendo un nudo no solo en medio de mi garganta cuando su mano desabrocha el botón y cierre de su pantalón.
—Te sonrojas exquisitamente.— susurra con su mano en mi mentón, elevando así un poco más mi rostro antes de atraparme entre sus brazos y atraerme a él con una ansia fascinante. —¿Por qué no tratas acercarte a mí? ¿Por qué no me besas de la forma en que lo he hecho? ¿Por qué no tratas de tocarme de la manera en que lo he hecho yo contigo? Su voz resuena bañada de incertidumbre y la prudencia que utiliza para acunar mi rostro entre sus manos, parecer ser nada más que muestra de ello. Sin embargo, de un segundo a otro, el gesto se vuelve más duro. Él me hace retroceder hasta tenerme contra una de las paredes. —¿Por qué no tratas de hacerme perder la cabeza como yo lo hago contigo?— su inquietud parece ser verdadera, no obstante, no se encuentra interesado en alguna respuesta. Sus labios toman los míos con agradable presión, sintiendo inmediatamente la humedad de su lengua abrirse paso dentro de mi boca. Sosteniendo mi rostro aun a su gusto, se cerciora de esa manera que reciba la intensidad de su gesto como corresponde. —Ya sabes que lo haces.— habla al poner fin a nuestro beso, teniéndome aun aturdida por este y confundida por lo que me resultaba un gran sinsentido.