Entrando a Hogwarts. ✔️

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Los años pasaban, pero las cosas eran casi iguales. La emoción seguía respirándose en el aire al igual que la nostalgia.

Un niño con cabello castaño alborotado y ojos color avellana iba entrando al Andén 9 3/4, acompañado de su padre, madre y hermanos. En cuanto la familia tocó el suelo de la plataforma, una bola de personas se acercó a ellos... A su padre para ser específicos.

Al pasar a la multitud, el pequeño se despidió de sus padres y se fue corriendo con su mejor amigo hacia el tren, sin saber que ellos evitaban mirar a cierta familia que acababa de traspasar la pared. Eran cuestiones que a pesar del tiempo, no se olvidaban.

En esa familia, una niña de cabellos rubios largos y ondulados, ojos azul grisáceos grandes y brillantes, iba de la mano de su padre, Draco Malfoy. A su lado iba su madre, Astoria, y su hermano Scorpius, que hacía un puchero por aún no poder ir a Hogwarts. El hombre rubio que tomaba la mano de su hija se puso en cuclillas para quedar a la altura de la niña.

—Madison, quiero que me escuches: muchas personas intentarán hacerte sentir mal por el apellido que cargas, y yo lo siento profundamente pues es mi culpa, pero quiero que sepas que lo siento muchísimo y no quiero que esa gente te lastime. Solo prométeme que te vas a mantener fuerte.

Ella lo miró y negó con la cabeza antes de abrazarlo.

—Papá, yo lo sé. No tienes que sentirte mal, no es tu culpa y yo no podría estar más feliz con la familia que me ha tocado.

Él asintió con un suspiro y sonó el silbato del tren, avisando que ya iba a partir. Ella abrazó a su madre y a su padre, despidiéndose se ellos y corrió al tren, sin saber tampoco que sus padres intentaban ignorar a otra familia que se encontraba al otro lado del andén.

Madison subió a la locomotora escarlata y se dispuso a buscar un compartimento al cual entrar, pero todos estaban llenos. Consciente de que no iba a encontrar uno vacío, entró al siguiente que vio, encontrándose con dos niños dentro de él.

—Hola... Todos los compartimentos están llenos, ¿puedo sentarme con ustedes?

—Claro —dijo uno de ellos con una sonrisa.

Ella entró y se sentó frente a ambos. Uno de los chicos le extendió la mano.

—Soy Lysander Scamander, mucho gusto —ella la estrechó y sonrío—. Él es James Potter —dijo presentando al niño a su lado.

Ahí sintió como las cosas se venían abajo. ¿Un Scamander y un Potter? ¿Era en serio?

Soltó un suspiro algo resignado y procedió a presentarse.

—Yo soy Madison Malfoy.

Ambos chicos parecieron tensarse. Todos conocían la reputación de la familia de la chica frente a ellos. Sabían lo que sus padres pensaban al respecto y lo que implicaba que estuviesen hablando entre ellos.

Después de tres segundos de un silencio incómodo, Lysander habló.

—¿Y qué importa? Nuestras familias no tienen por qué enterarse que somos amigos.

Una sonrisa se curveó en los labios de la rubia.

El resto del viaje pasó rápido, entre risas y dulces, hablando sobre qué casa les gustaría quedar y cualquier otra banalidad que llegase a la mente de ellos.

Después de varias horas de camino, el castillo ya se podía ver a la distancia.

Al llegar, todos bajaron emocionados y después del recorrido por el lago, entraron a Hogwarts.

Un hombre bajito con lentes los guió hasta llegar al Gran Comedor mientras todos los nuevos alumnos murmuraban con ansiedad entre ellos.

Al abrir las puertas, todos los de primer año soltaron una expresión de asombro al ver todas las mesas de la diferentes casas, las velas flotando y el cielo en el techo que se veía tan real como el del exterior.

Memories after allDonde viven las historias. Descúbrelo ahora