Memories after all

Eventos incómodos. ✔

           

—No seas ridícula. Por el hecho de que mi patronus sea un ciervo no significa que sea Cornamenta.

—¿A quién quieres engañar, Potter? —Inquirió Maddie frunciendo el ceño—. Eres un animal cornudo y ya está.

—Lo dice la que su patronus resultó ser un lobo, ¿no? Fácil para ti, rubia —se burló revolviéndole el cabello.

—¡Eh!, deja ahí, loco —dijo dándole un manotazo para que soltara su cabello—. Que el único que no nos esperábamos era el de Kenzie. Digo, todos sabíamos que Lysander era un perro —comentó, mirando de reojo a su amigo con una sonrisa maliciosa, que la fulminó con la mirada—, pero el de ella es un fénix. Un bonito y rojo fénix.

—No es para tanto... —murmuró Mackenzie, pero una sonrisa de satisfacción en sí misma se curveó en sus labios—. Aun así, reconoce que eres Cornamente, James.

—Supérenlo, niñas —pidió mientras abría una caja de grageas.

—Aún falta el apodo de Mackenzie. Tiene que tener uno —repitió Maddie quitándole una gragea a James.

—Pues «Lux». Se supone que los fénix están hechos de luz, así que creo que no está mal —sugirió Lysander.

Todos sonrieron.

—Pues ya está —dijo Mack.

(...)

Ambos rodaron los ojos al mismo tiempo ante los regaños de McGonagall, casi ya acostumbrados a sus gritos.

—Vamos, Minnie. No fue para tanto —Minerva taladró a Madison con la mirada.

—Qué va. Sólo estaban merodeando por los pasillos a mitad de la noche... haciendo vaya a saber Merlin qué cosas —soltó de mal humor.

—¿"Qué cosas"? Por Godric, Minnie. Sólo estábamos paseando —aclaró James, poniendo los ojos en blanco ante la insinuación de la directora.

—Espera... ¿te refieres a que estaba... estaba besándome con Potter? —cuestionó Maddie abriendo mucho los ojos.

—Pues claro. ¿Qué más podrían haber estado haciendo? —James y Madison intercambiaron una mirada antes de romper en carcajadas.

—¡Ay Minnie! ¡Qué graciosa eres! —dijo la Slytherin limpiándose las lágrimas de risa.

—Veamos si dicen lo mismo cuando sus padres estén aquí —ambos cesaron sus risas de golpe, y pálidos como Myrtle se voltearon a ver a Minerva.

—¿Qué dijo?

—Lo que escuchó, Potter. Sus padres vienen en camino.

—¡Pero si son las once de la noche! —exclamó, esperando que eso hiciera a Minerva cambiar de opinión.

—Debieron de haber considerado eso antes de salir a "pasear", ¿no lo creen? —Maddie se dejó caer en la silla, maldiciendo por lo bajo.

Como si los hubiesen invocado, en ese momento aparecieron Ginny Weasley y Draco Malfoy en la chimenea del despacho; la pelirroja con una expresión cansada y él con una de fastidio.

—Buenas noches, profesora —saludó Ginny. Draco simplemente inclinó la cabeza.

—Buenas noches. Lamento molestarlos a estas horas, pero no es la primera vez que sus hijos se pasan por mi despacho, y al parecer los castigos que se les han hecho no los hacen entrar en razón.

—¿Y cuál es la razón por la que nos han llamado? –preguntó Draco arqueando una ceja, mirando a su hija la cual acababa de bufar algo.

—Se les encontró a sus hijos caminando por los pasillos de noche y al parecer besándose, según lo que me informó el señor Filch —explicó, mirando a los chicos de reojo.