Galletas y no tan falsas alarmas.

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— Estás teniendo un ataque de pánico —Maddie gruñó algo por lo bajo, sin dejar de dar vueltas por la habitación.

— Por favor, los Malfoy nunca entramos en pánico —Astoria soltó una risa discreta al escuchar la respuesta de su hija ante lo que Mackenzie le había dicho.

— Tu padre sí que está entrando en pánico —aseguró la castaña, la cuál sostenía una copa de vino en su mano derecha.

— Fred dijo que tuvieron que esconder a James —Madison pareció querer vomitar pero luego respiro profundamente para seguir dando vueltas por la habitación.

El sol de abril entraba por la ventana, calentando toda la habitación. Maddie sentía que eso iba a provocar que toda la habitación se incendiara.

— Quiero un botón de pánico —mustió sin dejar de caminar.

— Te dije que estabas entrando en pánico.

El día de una boda no era exactamente como todos lo describían... al menos no los cuarenta y cinco minutos antes de la boda.

Sentía que los nervios la consumían por dentro y no precisamente por el temor a que algo saliera mal (vamos, Ginny Potter, Narcissa y Astoria Malfoy lo habían organizado desde hacía meses: no habría errores). Tenía miedo a lo que se iban a enfrentar. Tenía miedo de que James se arrepintiera en el último momento porque los días anteriores no se podían catalogar como los mejores de su relación por el simple hecho de que no habían podido estar juntos durante más de cinco minutos.

Mordió su labio inferior con nerviosismo y dejó de caminar.

— Y sí él no...

— No seas estúpida, Maddie —la cortó Mack—. Ni siquiera debería de pasar esa idea por tu mente.

— Yo me preocuparía más por que tu padre no lo haya matado aún —comentó Astoria.

— Necesito un trago.

— Ah-ah-ah. Ni lo sueñes —la detuvo su madre.

Madison bufó.

— Maldita sea. James necesita un calmante urgentemente. Va a enloquecer, lo juro —anunció alguien mientra habría la puerta—. Y sí, sigue vivo.

La rubia soltó todo el aire que había contenido, relajándose un poco.

Sin poder evitarlo fue a abrazar a su mejor amigo quien le correspondió con cariño.

— Wow, te ves muy bien, Madd —la alagó Lysander.

— Yo siempre me veo bien —Lys sonrió con diversión y le pasó un frasco a Maddie quien le agradeció profundamente con la mirada.

— Para que te relajes un poco —dijo guiñándole un ojo.

— Veinte minutos —aunció Mackenzie al ver su reloj y Madison soltó aire.

— Todo va a estra bien —dijo para sí misma, recuperando su actitud segura y diva de siempre.

— Y si no es así, estaré encantado de romperle la cara —Maddie sonrió el reconocer la voz a sus espaldas.

— Nos vemos en un rato —dijo Mack al ver de quién se trataba antes de salir de la habitación seguida de los demás, cerrando la puerta tras su paso.

— Insisto en que creo que aún es buen momento para romperle la cara —ella negó con la cabeza mientras sonreía un poco—. Me siento viejo —dijo mientras la abrazaba.

— Eres todo un vejestorio, ¿sabías eso? Una vieja diva —Draco dejó salir aire.

— Has crecido demasiado...—Maddie soltó una risita al ver que su padre se había callado a causa de los gritos en la planta baja.

Memories after allDonde viven las historias. Descúbrelo ahora