Se desea lo que no se puede tener.

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- Así que, ¿ustedes recibieron una maldicion y ninguno me dijo? - preguntó McGonagall bastante exaltada y Mack sonrió fingiendo inocencia, Madison hizo una mueca, James se despeino un poco el cabello y Lysander se rascó la nuca.

- En realidad no le dijimos a nadie- contestó mirándola como si fuera una bomba que en cualquier momento explotaría. Minnie lo miró un segundo, soltó un suspiro y se dejó caer en su silla mientras se quitaba las gafas, cerraba los ojos y se sobaba las sienes.

Estos niños en verdad le habían traído muchos problemas desde el primer momento en el que pisaron Hogwarts.

Ella sabía que debió de haberse jubilado antes de que esa generación llegara a su escuela. ¡Oh, claro que lo sabía! Pero la nostalgia por ver a los hijos de los alumnos a los que enseñó hace tantos años le había ganado, por eso se había quedado, pero ahora sabía que si se hubiera ido hace tiempo, se habría ahorrado muchísimos dolores de cabeza.

Con una seña, les indicó a los demás que se sentarán.

- Tomen asintió, me ponen nerviosa- pidió y ellos obedecieron rápidamente. Ella levanto la mirada y los observo a los cuatro con los ojos entrecerrados- ¿tienen idea de lo grave que es esto? Corren muchísimo riesgo y aún son muy jóvenes ¿Cuántos años tienen ya?- preguntó aunque sabía bien la respuesta.

- Diecisiete- contestaron todos al unísono.

- ¡Diecisiete años! ¿Cómo pensaban llevar una responsabilidad así a los diecisiete años? ¿Siquiera saben lo peligroso que es todo esto?- cuestionó señalándolos con sus anteojos y James hizo una mueca.

- En realidad, todo esto empezó cuando teníamos catorce.- Minnie se pasó una mano por la cara, frustrada.

- Catorce años. ¡Catorce años y con una carga de ese tamaño! ¿Por qué tienen esa gran habilidad de buscar problemas?- Maddie soltó una risita.

- De hecho, los problemas nos buscan a nosotros...- McGonagall la fulminó con la mirada.

- Y si tomamos algo en cuenta, tuvimos cuatro años de ventaja. A mi padre le llegaron todo ese tipo de problemas cuando recién tenía once años- Minerva soltó aire.

- Inepto. Maleducado. Sin vergüenza. Siempre estás tú y tu apellido en los problemas de Hogwarts.

- Oh, cállate, Quejicus. No es el momento.- le espetó James al recuadro del antiguo director.

- Profesor Snape, Potter- corrigió McGonagall aún con el rostro escondido entre las manos.

- Es lo mismo.- respondió James mirando con los ojos entrecerrados al cuadro. Mack le dio un codazo en las costillas a su amigo indicándole que se callara y este se quejó.

- Profesora McGonagall, el caso aquí es que no sabemos ya que hacer. La situación cada vez empeora. Tanto así que el costo de esta fue casi la vida de Lysander, James, Lorcan y Violette, la hija menor de Luna Lovegood. Ya no sabemos qué hacer.- le dijo Astoria que junto con los padres de los demás, estaban parados en la oficina de la directora.

- No pueden hacer nada, como bien dicen los libros en los que investigaron sus hijos, no hay opción. La maldicion no se romperá hasta que se corte el hilo de vida de Harold.- dijo un poco preocupada McGonagall.

-Pero mientras tanto, ¿No hay algo que pueda ayudarlos con las alucinaciones? ¿O hacerlas menos fuertes? ¿Nada? - preguntó Ginny desesperada por ayudar a los niños.

- No, me temo que no, no sabemos exactamente qué maldicion uso y eso implica que tenemos que conformarnos con lo que tenemos de información ahora- explicó la directora que soltó un suspiro y con su varita, sacó un pensamiento de su cabeza y lo dejó en el pensadero.

Memories after allDonde viven las historias. Descúbrelo ahora