Epílogo.

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16 de febrero del 2026.

— ¡POTTER! —Maddie lloriqueó—. ¡Maldita sea, contéstame! —le gritó al celular que tenía en la mano.

Llevó una mano a su vientre y cerró los ojos con fuerza a causa del dolor.

Él se había ido a Londres muggle junto con Lysander para pasar una «tarde de chicos», en palabras de ellos. Vamos, James no pensó que habría mucho problema con eso hacía unas horas, ¿cierto? Madison estaba programada para dentro de una semana por lo que no habría problema si la dejaba sola por un par de horas, pero al parecer alguien deseaba fervientemente llegar para poner el mundo de la pareja de cabeza.

— ¿Es en serio, Julian Potter? ¿Ni siquiera has nacido y ya eres igual de inoportuno que tu padre? —mustió Maddie mientras apretaba los dientes con fuerza—. ¿Por qué justo hoy? —lloriqueó de nuevo. Volvió a tomar el celular y presionó el nombre de James para llamarlo otra vez, pero nadie respondió—. ¡Y un cuerno!

Desesperada y sin poder resistir más al maldito dolor, llamó a siguiente persona que se le ocurrió.

¿Madd?

— ¡Dile a mi esposo que me conteste! —exclamó ella.

Baja los humos, Maddie.

— ¡Haz lo que te pido, por favor!

Okay, okay. Ya voy, mujer.

Escuchó como Lysander le decía algo a James para después pasarle el celular. Maddie reprimió un grito de frustración.

¿Qué hay, rubia? —inquirió con un tono animado.

— ¡¿Dónde estás?!

En la calle, ¿por?

— ¡No sé! ¡Tal vez que tu hijo va a nacer!

No jodas —ella lloriqueó como por enésima vez en los últimos diez minutos—. Aguanta, rubia. Voy para allá.

Y como si su vida dependiese de eso, James se desapareció a mitad de la calle sin siquiera explicarle algo a Lysander, sin que le importase en lo más mínimo que estuviese en medio del mundo muggle y que varias personas lo hubieran visto desaparecer de un momento a otro. Solo le importaba algo.

Su hijo iba a nacer.

Iba a ser papá.

(...)

19 de marzo del 2026.

Lysander sonrió. Una sonrisa amplia, completamente verdadera y espontánea. Oprimió con cariño la mano de Mackenzie antes de depositar un beso sobre la coronilla de la misma con infinito cariño.

Ella estaba cansada. No podía negar que había sufrido demasiado las pasadas tres horas. Le dolía el cuerpo y se sentía débil, pero sabía que todo eso valía la pena. No había nada que lo hiciera más feliz que sostener a esa bebé entre sus brazos. Tampoco había una palabra para explicar la felicidad que rodeaba a la pareja.

Solo tenían un propósito a partir de eso momento, y ese sería hacer a sus hijos los más felices del mundo. No dejarían que ellos pasaran por el dolor por el que ellos pasaron. Se asegurarían de que tuvieran la mejor vida y que siempre estuvieran rodeados de gente que los quería de una manera inexplicable.

— Luna —la llamó Lysander—. Bienvenida al mundo, mi pequeña Luna.

(...)

Marzo, 2029.

— ¡CARAJO, POTTER! ¡AYÚDAME!

— ¡¿QUIÉN TE MANDA A TENER TANTOS HIJOS?!

— ¡¿QUIÉN TE MANDA A TI A SER TAN MALDITAMENTE SEXY?! —James iba a decir algo pero luego cerró la boca y sonrió ladinamente.

Memories after allDonde viven las historias. Descúbrelo ahora