Hasta tercer curso, Maddison Malfoy nunca se había caracterizado por ser muy habladora, o al menos eso decía todo el mundo. Y no era que pasarla susurrando de su presencia fuese la única razón por la que todo Hogwarts sabía de su existencia en el castillo, sino por la mismísima razón por la que todos hablaban de ella: era una Malfoy. Y al parecer ese significaba un problema... para el resto y no para ella, claro.
No era ni siquiera necesario preguntar por sus ascendentes pues con solo mirarla ya sabías que era hija de Draco y Astoria Malfoy. Y realmente inspiraba miedo, y puede que era por ello que todos mantenían una distancia bastante cómoda de ella, y Madison tampoco parecía querer entablar alguna relación más allá de las pequeñas pláticas que sostenía con otra de las niñas de su curso, Susanne Adkins.
Parecía únicamente querer hablar cuando realmente tenía algo que decir, y sus comentarios eran secos y a veces tan venenosos como la misma serpiente del emblema de su casa. Siempre se le veía seria, nunca cabizbaja, y la mayoría del tiempo con unos ojos de mala muerte. Y Lysander Scamander y James Potter lo aceptaron como un reto.
Les había llamado la atención desde el momento en que la vieron en la estación 9 3/4, rumbo a comenzar su primer año en Hogwarts, cuando su padre hablaba con ella de algo que parecía ser muy serio. Era una niña realmente preciosa, y que Madison los mirara a ambos con unos ojos que decían sin la más mínima discreción "Ojalá se vayan al carajo", más allá de ahuyentarlos (o al menos no a James Potter, quien no fue hasta años después que admitió que técnicamente había sido hechizado por ella), los había invitado a querer conocerla.
Madison había tenido la mala fortuna de que por accidente se había sentado en el mismo compartimento que ellos, y todo el trayecto, pese a sus intentos de huir de allí, ambos chicos se lo pasaron hablándole y asegurándose de que ella no escapara hasta llegar a Hogwarts.
Todo el primer año estuvieron allí donde ella estaba: cuando salía de sus clases, cuando iba a las mazmorras, cuando bajaba a desayunar y ellos la esperaban en las puertas del comedor. TREMENDO ACOSO, les gritaba sin pelos en la lengua cada que lo hacían, aunque con el tiempo, Madison aprendió que ignorarlos sólo les daba más rienda.
Comenzó con pequeñas pláticas en las que no intercambiaban más de dos o tres palabras, que usualmente se basaban en sutiles insultos de la chica Malfoy. Su perdición llegó hasta que por fin ambos Gryffindor lograron arrancarle una carcajada, porque a partir de ahí, no se dieron por vencidos hasta lograr convertirla en su amiga.
No obstante, ella no dio su brazo a torcer tan fácilmente como lo hizo Mackenzie Walsh, quien como parecía ya conocer a Lysander desde antes, fue inmediato que se uniera al par de amigos. Con Mackenzie había cedido a hablar un poco más rápido en comparación con los chicos, y aun así, ninguno de ellos sabía nada de Madison más allá de su nombre, que tenía un hermano menor, y que era tremendamente astuta.
ESTÁS LEYENDO
Memories after all
FanfictionMAA | ❝ No subestimes las consecuencias de ser un imán de conflictos. No es que no sea divertido, pero... sopesa tus posibilidades, tanto buenas como malas. Al final, la agonía, la sangre, las sonrisas y las pesadillas terminan siendo sólo recuerdo...