Travesura Realizada.

703 58 147
                                    

— ¿Segura qué te vas a quedar? —Maddie puso los ojos en blanco.

— Que sí. No me va a pasar nada —James asintió pero no se movió de en frente de Maddie—. Potter, estaremos bien —él colocó una mano en el vientre de Madison y sonrío.

— No estoy listo para dejarlos —ella puso los ojos en blanco y le pegó en la cabeza—. ¡Auch! ¿Eso por qué fue?

— Por ser dramático. Eso lo dirás mañana cuando le digamos a mi padre que estoy embarazada y te mandé bien lejos. Por el momento no nos vas a dejar, ¿entiendes? —James asintió efusivamente—. Ahora lárgate por el amor a Morgana.

— Está bien, te amo —le dio un beso en la frente y salió de la casa.

Maddie se quedó sola. Pasó cerca del espejo y miró su abdomen tal vez inventando ver un aumento de tamaño o un indicio de movimiento, pero no pasaba nada. Era básicamente imposible detectarlo pues solo tenía un mes de embarazo.

Su teléfono emepezo a sonar sacándola de sus pensamientos. Contuvo las ganas de ponerse a bailar al escuchar su rojo de llamada y contestó.

— Hola, Kenzie.

Maddie —se escuchó un sollozo al otro lado de la línea.

— ¿Mack? ¿Qué sucede? —preguntó ella frunciendo el ceño, alterándose casi inmediatamente al escuchar el tono de voz de su amiga.

— Necesito tu ayuda, por favor ven. No preguntes y solo usa aparición o la Red Flu. Apúrate —Maddie musitó «voy para allá», metió el aparato muggle su bolso y se dirigió a la chimenea, soltó los polvos y entre llamas desapareció.

La casa de Mackenzie y Lysander era un poco pequeña, pero no lo suficiente para no tener chimenea. A pesar de no estar casados, vivían juntos.

Ni siquiera le tomó un segundo recuperar el balance y de inmediato subió al segundo piso y corrió a la habitación de la pareja.

— Mack —la llamó y entró al cuarto.

Mackenzie estaba sentada en el piso con las rodillas pegadas al pecho y lágrimas en los ojos.

— ¿Qué te pasó? ¿A quién mato? ¿Fue Lys? ¿Se pelearon? —preguntó Maddie sentándose al lado de Mackenzie mientras que la abrazaba.

—No fue él. Lysander no sabe nada —contestó Mack son la voz quebrada a causa del llanto.

— ¿Entonces? —inquirió Madison con preocupación.

Mackenzie se separó un poco de su amiga y metió la mano al bolso de su chaqueta de donde sacó una pequeña bolsa de papel blanco y se la entregó a su amiga. Maddie miró el contenido de la bolsa y se quedó de piedra.

— ¿Cuándo supiste? —Mackenzie suspiró.

— Esta mañana. Digamos que las cosas no estaban bien así que recurrí a eso —la voz se le quebró y una lágrima rodó por su mejilla.

— ¿Le dijiste algo?

— No.

— ¿Esto —dijo Maddie mirando la bolsa blanca—, es malo?

— No lo quiero creer, pero ni si quiera estamos casados. No hubo una propuesta y de repente todo tendrá que ser a marcha forzada, todo por un jodido descuido.

— Mira Kenzie, yo entiendo que todavía no estén casados pero lo parecen. Actúan como pareja y que no haya un contrato no implica que no sean a su manera un matrimonio. Hasta viven juntos —Mack asintió dándole la razón—. Verás como todo saldrá bien y si no, yo me encargaré de matarlo —ella negó con la cabeza divertida y abrazó a Maddie quien gustosa se lo devolvió.

Memories after allDonde viven las historias. Descúbrelo ahora