3.|| Cierra la boca. Literalmente

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-Cállate ya.

Madison rodó los ojos y miró a James con una ceja arqueada.

-Mira, inútil, el hecho de que Carson no te agrade no significa que tengas que joderles el momento a Mackenzie y a él.

Lysander estibó una media sonrisa sin mirarlos.

-Se le llaman 'celos', Maddie. ¿No habías oído hablar de ellos?

-Cierra la maldita boca, Billy -masculló James entornando los ojos. Sacudió su cajita de grageas para sacar un par más-. Ése bueno para nada va a romperle el corazón a mi Kenzie.

-Y tú eres una perita en dulce, ¿no? -bufó la Slytherin.

-Yo dejo claro desde un principio que no quiero nada serio. No soy tan psicópata como para ir ilusionándoles como lo hace él.

-Tonterías -bufó Maddie.

-Aguafiestas -canturreó Lys.

-Sólo estoy cuidando de ella. No tiene nada de malo.

-Qué va. Como sea, moléstenlos -cedió la rubia-, pero no veo necesidad de lanzarles grageas... recién masticadas.

-No son recién masticadas, mentirosa -reclamó Lysander poniéndose del lado de su amigo-. Además, sabes que es una tradición.

No podía decir nada contra eso. Era verdad que era una tradición; probablemente lo hacían desde el primer día que estuvieron en Hogwarts. Se sentaban en la baranda de las escaleras y lanzaban grageas de todos los sabores a los estudiantes que pasaban distraídos. Un punto de la cadera hacia abajo, dos puntos de la cintura al cuello, tres puntos en la cabeza o cara. Por tanto, si pasabas caminando tranquilamente por los pasillos y sentías un pequeño golpe en el cuerpo, podías saber, de antemano, que se trataba de esos cuatro chicos.

Madison soltó un suspiro y pasó su mirada por cada alumno que iba de un lado a otro por el pasillo. Eran como bacterias, moviéndose casi sin mirar de un lugar a otro.

Se saltó a Carson y Mackenzie, que platicaban sentados en unos escalones fuera de la entrada de un aula, y sin querer terminó por visualizar a una pareja al otro lado del pasillo pasando un... buen rato, por llamarle de alguna forma.

Madison había salido con él la semana anterior.

Rodó los ojos.

-Puntos dobles si son pareja -escuchó a James decirle cerca de su oreja, extendiéndole con una sonrisa la cajita de grageas.

Madison sonrió con ironía, negando con la cabeza. No le sorprendió que su amigo adivinara sus pensamientos.

-Bah, igual no me gustan los castaños -dijo con desgane. Tomó un par de grageas, que por cierto sí masticó, y se las lanzó a la pareja, pegándoles en la frente a cada uno.

Lysander soltó una carcajada.

-Eres todo un caso, Madie

-Igual me amas, cerebro de trasgo - sonrío y le pellizco las costillas.

Madison tenía una pésima suerte con los amoríos. Sí había salido con varios chicos, tal vez con más de la cuenta, pero nada duraba más de dos semanas porque o ella se aburría, o ellos buscaban a alguien más. Era, ciertamente, un tema que la sacaba de sus casillas. La realidad era que detestaba el amor.

-Volviendo al tema de Mack -continuó-, yo insisto en que Carson definitivamente la quiere. Tan sólo vean cómo la mira. Esas cosas no pueden fingirse, chicos, por mucho que quieran.

-Patrañas -bufó Lysander, lanzando una gragea a una niña de primer año, que, asustada, volteó a todos lados buscando quién había sido-. Es fácil decirlo para ti. Todos te miran de esa manera.

Memories after allDonde viven las historias. Descúbrelo ahora