Capítulo 66 "Un demonio siempre va a ser un demonio"

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Mi mundo estaba tan desierto antes de que llegara él. Creía tenerlo todo, creía tener felicidad, pensaba que podía ser alguien. Pensaba que tenía un futuro brillante por delante, pero la perfección es aburrimiento.

La vida no tendría que ser una rutina diaria, la vida debería viviese con altos y bajos, tal y como es.

No sirve querer evitar lo malo y lo triste. No deberías conformarte con ser siempre feliz. No serias humano si no sintieras alguna vez la tristeza. No serias humano si nunca sintieras ese dolor que parece que rompe tu corazón en dos partes.

Luego llegó él. Tenía un aura tan oscuro que apenas podía verlo. Apareció en mi vida como por arte de magia. En su momento lo consideré una maldición, pensé que me iba a distraer de lo que quería hacer y me impediría llegar a mis metas. Quise rechazarlo, negarle la existencia, quería librarme de él. Pero supongo que siempre supimos los dos que ya era demasiado tarde, que habernos encontrado nunca había dependido de nosotros, sino del destino. Cuando el destino de dos personas es estar juntas, el universo hará todo lo posible para que ese encuentro suceda.

La oscuridad en su persona entró en la oscuridad de mi vida, lo que no, hacia no mucho, antes de encontrarlo, llamaba vida. Pero me engañaba sola. Me decía que la vida es de colores, pero en realidad nunca fue así.

Él transformó todo. Llegué a pensar incluso que me había destrozado la vida, cuando en realidad lo único que hizo fue darle sentido, completarla. Y me completó a mí. Me hizo sentirme importante y querida. Yo no sabía lo que era el amor. Y creo que nadie lo sabe hasta el momento que llega sin nadie haberlo llamado. Y, una vez llegado, lo negué. Pero eso sólo son etapas. Primero te golpea fuerte, después niegas tus sentimientos, luego piensas en todo y piensas que no puede salir tan mal. Luego te enamoras, y en ese momento el trabajo del universo acaba, y depende de las dos personas seguir escribiendo su destino a partir de allí.

Para nosotros, todo había pasado tan rápido que casi ni nos dimos cuenta. Y tuvimos caídas, muchas caídas, pero lo que nos llevó hacia abajo se fue convirtiendo en escaleras que nos ayudaron a subir y construir poco a poco nuestra relación, hacernos más fuertes con cada pelea.

Él era como una droga. Liam me había llevado por los caminos más brillantes de la vida de la manera que nunca hubiera esperado. Y nos convertimos en dos almas pérdidas en un solo ser.

—¿En qué estás pensando?— me preguntó, poniendo la mano sobre mi rodilla.

Mis mejillas se sonrojaron y sentí un calor agradable dentro de mí al darme cuenta de que él era la única persona siempre presente en mis pensamientos. La única persona en la que siempre quería pensar.

—En nosotros— contesté, evitando su mirada.

Su mano apretó mi pierna y tragué en seco. Mi estómago se encogió como si se hubiera vuelto del tamaño de una nuez y las mariposas simplemente volaban por mi cuerpo. Era increíble que a pesar de haberme tocado tantas veces, mi cuerpo seguía temblando bajo su efecto.

Un silencio de varios minutos nos inundó. Conducía el coche tranquilamente, con una sonrisa en la cara. Nos paramos en un semáforo y sinceramente pensé que era el único en el que habíamos parado en todas las veces que me había subido a su coche.

—¿Sabes? No pensaba que las cosas serian así— dijo mientras daba golpecitos a un ritmo desconocido para mí sobre el volante.

Me sobresalte al oír su voz y, nada más acabar la frase, me dio otra vez un tema en el que pensar.

¿Así como? Tenía razón, yo tampoco me esperaba que alguien como él entrara en mi vida. Pero él simplemente apareció, no me pidió permiso para entrar en mi vida, simplemente lo hizo. Le dio la vuelta a todo mi mundo, me hizo cuestionarle hasta las cosas más pequeñas, me hizo querer descubrir más.

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