Capítulo 40 "No voy a dejar que nos separes"

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ALLYSON:



Mis ojos se abrieron despacio y sentí como mi cabeza estaba a punto de explotar.


"A la mierda con este malestar, ya estoy empezando a cansarme"


Mi garganta estaba seca y sentía como mis ojos se iban cerrando poco a poco. Los abrí por completo, paseando la vista por la habitación para darme cuenta de que me encontraba en su cuarto.


Al no verlo, intenté levantarme de la cama, pero un dolor agudo en todo mi cuerpo me hizo gemir y caer de nuevo sobre ella.


Mi cuerpo empezó a temblar y sentí un dolor horrible en el pecho. Mi vista se había nublado y era como si el aire no me entrara. Intenté mover mis brazos pero era como si no escucharan mis órdenes. Abrí la boca por completo para tomar aire, pero sentía como si mis pulmones simplemente lo rechazaran.


Escuché la puerta abrirse, dejando pasar a Liam, que al verme, tiró lo que llevaba en la mano y se acercó lo más rápido que pudo a mí. Me levantó para sentarme en su regazo y se dedicó a abrazarme mientras acariciaba mi pelo.


El momento me superaba por completo, por lo que bajé la cabeza y dejé que Liam apretara más el abrazo. Me eché a llorar, tapando mi boca con la mano, para que él no se diera cuenta.


Empecé a sentirme mareada de nuevo y me levanté rápidamente de las piernas de Liam, echando a correr al baño antes de darle el tiempo suficiente para reaccionar.


Cerré la puerta con seguro y me agaché rápidamente por encima del váter, pero a pesar de sentir la necesidad de vomitar, al no haber comido nada, no pasó. Eché mi pelo hacia atrás, queriendo recogerlo pero lo solté enseguida al mirarme al espejo.


Escuché un golpe en la puerta pero estaba demasiado asustada con mi reflejo como para darle importancia. Mi cara estaba tan blanca que más bien parecía muñeca de porcelana que persona, pero lo que más me asustó fue la sangre que estaba saliendo de mi nariz.


- ¡Ally, abre la puerta!-


-Estoy bien- susurré, no estando segura de si él me había logrado escuchar o no.



Después de eso se escuchó un nuevo golpe, esta vez mucho más fuerte, que decidí ignorar también, procediendo a lavarme la cara. Me apoyé en el margen del lavabo para mantener mi equilibrio, el foro en mi pecho empezó a desaparecer y sentí como todas mis fuerzas volvían a mí de repente. El mareo desapareció y poco a poco el dolor de cabeza también. Miré mis manos para darme cuenta que habían dejado de temblar.


-Estoy bien- susurré solo para mí.


El manillar de la puerta estaba siendo forzado. Levanté la mirada para poder mirarme al espejo y observé como mi cara empezaba a recobrar el color. Mis mejillas habían vuelto a su color de siempre y el brillo habitual en mis ojos poco a poco volvía también, dejando atrás la imagen tan distorsionada de mí que había visto segundos atrás.

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