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2011

<< Querida, eso depende del riesgo que estés dispuesta a correr >>

Viana suspiró sin saber qué hacer.

Por una parte, no quería que su hija tuviera nada que ver con el mundo sobrenatural.

Quería protegerla ; De los vampiros, de los hombres-lobo... de los propios brujos, incluso. Quería que estuviera a salvo.

Pero no quería que su hija tuviera que sufrir por ello.

Así que tomó la decisión.

Cuando dieran las doce de su treceavo cumpleaños, le quitaría el anillo, y dejaría fluir su poder durante unos minutos.

Viana esperó nerviosa a que el reloj marcara las 12:00.

Cuando lo hizo, beso a su pequeña (o no tan pequeña ya), y deslizó el anillo fuera de su dedo con cuidado de no despertarla.

Nada pasó en los primeros momentos, y Viana suspiró aliviada.

Estaba a punto de volver a introducir de nuevo el anillo cuando, de repente, todos los objetos de la habitación se elevaron poco a poco.

Viana tomo aire, y sin dejarse llevar por el pánico, espero un minuto, y otro.

Entonces, y solo entonces, devolvió el anillo a su dueña, y todos los objetos flotantes cayeron a la vez al suelo con un estruendo.

Aider se despertó sobresaltada, y miró asustada los cristales rotos y las cosas desparramadas por el suelo.

Viana le sonrió con ternura.

- Un pequeño terremoto, cielo. Ya ha terminado.

Always and ForeverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora