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Aprieto los puños, y resoplo tratando de calmarme.

Intento no pensar en que acabo de encontrarme con cuatro personas que quieren hacer daño a los Mikaelson, pero mi mente no deja de imaginar las mil y una formas en las que podría hacerles sufrir una y otra vez.

Estoy perdiendo el control.

¿ Por qué no simplemente los matas ? Te quitarías problemas de en medio.

Rechazo ese pensamiento con más esfuerzo del que esperaba. Yo no soy así.

Busco el anillo de mi pantalón, y me lo coloco con la esperanza de evitar una masacre.

Pero no funciona.

Mi mandíbula y mis hombros están tensos, los nudillos de mis manos se han puesto blancos de la fuerza con la que me clavo las uñas en la palma.

Saco el móvil, y tecleo el número de Elijah con dedos temblorosos.

- ¿ Aider ? - pregunta sorprendido por mi llamada.

- Dijiste que me ayudarías a controlarme - le recuerdo sentándome en el suelo e intentando frenar mis pensamientos - Calle Brighton. No tardes.

Sin esperar a su respuesta, cuelgo y dejo caer el móvil al suelo.

En otro momento me hubiera preocupado por la pantalla, pero no ahora.

No voy a ir a por ellos. No voy a ir a por ellos.

Me lo repito una y otra vez.

La espera se me hace lenta, pero son solo unos dos minutos el tiempo que ha tardado el mayor de los Mikaelson en llegar aquí. Ni siquiera sé cómo ha podido venir tan rápido, aunque para mi ha sido una eternidad.

- Elijah - le llamo soltando un quejido y llevándome las manos a la cabeza- Me duele.

Él se acuclilla a mi lado, preocupado, y pone sus manos en mis hombros. Me centro en no apartarlas de un manotazo.

- La magia oscura en tu interior lucha por salir, Aider- me explica - No dejes que lo haga.

- ¿ Cómo? - gimoteo mientras el dolor en las sienes va en aumento - Todo en mi me pide que termine con este sufrimiento. La magia pide que la libere, que la use. Guardarla me está consumiendo.

Elijah alza con delicadeza mi barbilla para que le mire a los ojos.

- Sé que es difícil, pequeña, pero tienes que hacerlo. Intenta tranquilizarte, respira conmigo.

Hago lo que me dice, y tomo profundas bocanadas de aire.

Las manos de Elijah buscan las mías, y me las agarra.

Olvido el encuentro de hace apenas cinco minutos, y me centro solo en los hermosos ojos de color café tan cerca de los míos.

Poco a poco, el dolor disminuye. Mis músculos se destensan, pero mi mente, exhausta, me lleva a la inconsciencia.

Me dejo ir, sabiendo que con Elijah, estoy segura.

Always and ForeverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora