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Habitación de Elijah Mikaelson

Aider se detuvo en la puerta cerrada.

Rebekah le había advertido que no sería agradable, que era mejor que la dejara a ella ocuparse de su hermano mayor. Pero la bruja no le hizo ningún caso ; Elijah había estado para ella en sus peores momentos, y no pensaba fallarle ahora.

Así que tomó aire, con la mano en el pomo de la puerta, y entró.

Aquella era la primera vez que veía el dormitorio del Original, y todo estaba justo como lo había imaginado ; pulcro y ordenado.

A un lado de la habitación se encontraban dos armarios llenos de ropa, con puertas correderas, seguidos de una pequeña mesa de estudio.

En la pared de enfrente la luz entraba por una gran ventana iluminando la habitación, y haciendo esquina junto a ella había una gran estantería llena de libros de todos los tamaños y colores. Podrían ser miles.

Un baúl de aspecto antiguo y pesado estaba a la derecha de la cama.

Lo único que le sorprendió, fue el hermoso piano de cola negro que ocupaba el centro del cuarto.

Aider se acercó, y pasó la mano por la suave tapa. Estaba tan reluciente que podía verse reflejada en ella.

- Aider -la saludó Elijah apareciendo delante de ella.

- Creo que nunca me acostumbraré a esto - dijo, refiriéndose a la velocidad vampírica.

- Lo harás, con el tiempo - sonrió levemente, apoyándose en el piano con un gesto elegante.

Aider decidió no preguntarle cómo se encontraba, porque la respuesta era obvia. Mal. Sin embargo, Elijah parecía bastante tranquilo ante el hecho de que si su hermano no le ayudaba moriría en unos días.

- ¿ Así que tocas el piano ?- decidió preguntar en su lugar.

- Desde hace mucho tiempo - confirmó él, y Aider supuso que eso significaban siglos.

El mayor de los Mikaelson se sentó en la banqueta del instrumento musical, y le hizo un gesto para que se acomodara a su lado.
Aider estaba tan cerca que podía oler su perfume varonil.

Los dedos de Elijah comenzaron a moverse por las teclas, y las notas vibraron en el aire. Era una melodía algo triste y melancólica, pero indudablemente bella.

La Oscura memorizó aquel momento, el rostro sereno del Original y la agilidad con la que sus manos se movían por el piano, como si no le supusiera esfuerzo alguno interpretar la obra.

Cerró los ojos, y se dejó llevar por la música. Olvidó la muerte de su madre, que no dejaba de rondar como un mosquito por su cabeza, y se sintió tan bien que lamentó profundamente cuando la canción se terminó y el silencio volvió a reinar en la sala.

Aider abrió entonces los ojos, y le miró con una amplia sonrisa, admirada.

- Ha sido precioso. Tocas genial.

- Gracias - repuso él amablemente, mientras se levantaba.

Un ataque de tos le invadió, y tuvo que inclinarse sobre sí mismo para poder recuperarse.

- ¿ Elijah ? - le llamó Aider preocupada, poniendo una mano sobre su espalda con cuidado.

- No es nada - la tranquilizó caminando hacia la cama mientras un nuevo ataque acompañaba el final de la frase.

Aider suspiró, observando como se tumbaba con esfuerzo, y suspiraba aliviado al sentir la suavidad de las sábanas bajo él.

Maldito Klaus, pensó, será mejor que esté aquí por la mañana.

Always and ForeverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora