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Los fines de semana hago turnos de mañana, para cambiar la rutina un poco, y poder tener tiempo para salir por la noche.

- Buenos días - saludo con un bostezo a mis compañeros.

- Bonitas ojeras, Aider-comenta Alex divertido- Se ve que dormiste bien.

- Gracias - ruedo los ojos con una sonrisa cansada y apoyo mi frente en la barra.

Es cierto, apenas he podido dormir.

No he dejado de recordar una y otra vez lo que pasó ayer.
Fue muy extraño. No son imaginaciones mías, alguien me empujó contra la pared...

Tengo que dejar de pensar en eso. Voy a volverme loca.

Es increíble cómo cambia el Grill según el horario.
Ahora está todo tan tranquilo...

Tanto que casi me quedo dormida.

- ¡ Ha venido ! - susurra Lizzy emocionada.

Yo levanto la cabeza confundida, y la miro.

- ¿ Quién ?

Ella me señala disimuladamente la puerta.

- El señor Mikaelson - dice, suspirando y arreglándose el pelo - Míralo, no es sexy...

Río ante su mirada perdida y su tono de adolescente enamorada, y le doy un sape en la cabeza.

- Despierta, bella durmiente.

Ella reacciona y se estira, ajustándose los pantalones dispuesta a tomarle el pedido.

- Ni se te ocurra - le advierte Evelyn, que está con el libro de las cuentas.

Lizzy se detiene decepcionada.

- ¿ Por qué no ?

-  Aunque él no lo haya dicho nunca, me parece que le incomoda que le comas con la mirada - responde devolviendo la vista a sus operaciones - Aider, atiéndele tú, ¿ quieres ?

- Vale - me encojo de hombros levantándome del asiento y camino hacia su mesa arrastrando un poco los pies.

Escucho a Lizzy quejándose.

- ¡ No es justo!

Y tengo que esforzarme por no echarme a reír.

- Buenos días, señor. ¿ Qué desea ?

El hombre levanta la cabeza de la mesa, y me mira directo a los ojos.

Entonces entiendo el crush de Lizzie.

Trago saliva nerviosa.

Debe de tener unos veinticinco años, y va vestido con pantalones y botas negras, camiseta blanca, y una chaqueta de cuero negra por encima. Todo un look de bad boy.

Me doy cuenta de que me he quedado demasiado tiempo mirándole, y estoy por disculparme cuando recuerdo que él tampoco ha contestado mi pregunta.

- ¿ Señor ?

- Una taza de café, por favor- reacciona.

Muestro una sonrisa, asiento y vuelvo a la barra, suspirando para relajar la tensión.

- Entiendes lo que te digo, ¿ no ? - comenta Lizzy soltando una risilla.

- No es para tanto - hago un gesto de indiferencia mientras lleno la taza de café y preparo el platillo con el sobre de azúcar.

- Ya, y por eso te has puesto así - dice señalando mi cara, y yo aparto su mano de un manotazo.

- Bueno, pues si tanto te gusta puedes ir y llevarle su café - replico molesta, dejando el plato con tanta fuerza sobre la barra que corre peligro de derramarse. Estoy demasiado cansada para lidiar con estas tonterías.

- Calma, fierecilla - bromea - ya has oído a la jefa, no puedo atenderle. Tienes que llevárselo tú- hace una pausa y dirige la mirada hacia la puerta -Han llegado más clientes, voy a atenderlos.

Observo cómo se aleja y aprovecho para llevar el café.

Mientras lo dejo sobre la mesa, le inspecciono disimuladamente.

Parece sacado de una revista.
¿ Será modelo ?

Como si notara que le estoy observando, su mirada sube para encontrar la mía.

Sonrojada, vuelvo a la barra, y me parece ver de reojo una casi imperceptible sonrisa curvar sus labios.

- Mierda - mascullo para mi misma en voz alta - Seré idiota.

Finjo entretenerme limpiando la encimera de la barra, pero no puedo evitar echarle un vistazo a su mesa de vez en cuando.

Hasta que ya no puedo verle más.

Confundida, dejo la balleta y me acerco a su mesa. ¿ Cómo ha podido marcharse tan rápido ?

Veo el dinero sobre la mesa. Lo recojo y lo guardo en la caja registradora, ignorando la estúpida decepción que siento al saber que se ha ido.

Always and ForeverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora