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2006

Ocho años.

Ocho años y la cosa empezaba a salirse de las manos.

La mujer se aseguró de que su hija estuviera bien dormida y salió del piso, cerrando la puerta con llave para que nadie pudiera entrar.

Decidió darse prisa, y se prometió a sí misma no tardar mucho. No le gustaba nada dejar a la niña sola en la casa.

Intentó recordar el camino que seguía su marido para reunirse con su aquelarre.

Caminó por las calles de New Orleans durante diez minutos, hasta llegar a una tienda antigua y polvorienta.

Cualquiera hubiera pensado que estaba en desuso, abandonada. Nada más lejos de la realidad.

Tocó un par de veces la puerta, y esperó.

Abrió una señora bastante mayor, con el pelo recogido en un desarreglado moño.

La madre se dijo que si alguna vez había tenido que imaginarse a una hechicera, sin duda sería exactamente como aquella mujer.

- Está cerrado - resolvió la anciana, cerrando la puerta en sus narices.

Ella volvió a llamar, desesperada.

La puerta volvió a abrirse.

- Necesito ayuda... especial. Por favor - suplicó esperanzada.

La señora la miró con desconfianza, pero la dejó entrar con una seña.

- ¿ Qué quiere ? ¿ Cómo sabe de nosotros ? - preguntó extrañada, y con algo de curiosidad.

- Mi marido era como usted - explicó ella - y mi hija... es por eso que he venido aquí.

La vieja mujer se sentó un un sillón aún más viejo que ella, e hizo un gesto para que continuara.

- Y la niña ha heredado la magia de su padre.

- Eso creo.

- ¿ Y ? ¿ Cuál es el problema ?

La mujer joven se miró a las manos dudosa, preguntándose si debía confiar en ella.

- Desde que era pequeña... no ha necesitado pronunciar ningún hechizo para hacer magia- le contó.

La bruja la miró fijamente. Algo como aquello... no era imposible, pero muy, muy poco habitual.

- Ven querida - le dijo, haciendo que se acercara - déjame ver lo que dices.

La madre de la pequeña se quedó muy quieta, mientras la mujer ponía sus rugosas manos a ambos lados de su cabeza.

Y de repente, se sumergió en sus recuerdos, pasando todo a camara rápida en un flash.

La mujer se separó con un suspiro.

- Entiendo. Pero yo no puedo hacer nada, querida. La magia escoge su portadora, no se la puede rechazar.

- Lo sé... - la mujer se mordió el labio - solo me preguntaba si habría alguna forma de bloquearla...guardarla, no lo sé. Mi marido me habló una vez de unos anillos que...

- Sí, sí, cierto - confirmó la bruja, interrumpiéndola -Necesito que me la traigas, a la chica, en su próximo cumpleaños. En esa fecha su magia será más fuerte.

Always and ForeverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora