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2010

Viana miró a izquierda y derecha, asegurándose de que nadie la veía.

Tocó dos veces en la puerta. Hizo una pausa, y volvió a dar cuatro golpecitos. Otra pausa, y un último toque.

La polvorienta puerta se abrió sola.

Cualquier persona que no fuera Viana se hubiera asustado. Probablemente hubiera puesto cara de terror y hubiera salido corriendo de aquel extraño lugar.

Pero para Viana, la magia había formado parte de su mundo desde que se enamoró de Uriah Monet.

Cuando lo vió hacer un hechizo por primera vez, se desmayó.
A la segunda, le gritó que estaba loco, y a la tercera, huyó a toda prisa.

Pero cuanto más le observaba practicar, menos miedo y más admiración sentía.

El simple hecho de que tras una contraseña una puerta se abriera por sí sola no le causaba ya ningún desconcierto.

- ¿ En qué puedo ayudarte, querida ?

Viana sonrió ampliamente a la anciana que se le acercaba a paso lento.

- No sé si tiene algo que ver, pero Aider está teniendo mareos con bastante frecuencia. He ido al médico, pero dice que a mi hija no le pasa nada.

La mujer rió.

- No le pasa nada que él y su medicina puedan demostrar - sonrió, enigmática.

- ¿ Entonces ? ¿ Tiene que ver con la magia ?

- Así es. Querida, la magia forma parte de la persona. Es... por así decirlo, una parte de su ser- explicó, sentándose en su mullido sillón azul- si le quitas la magia a tu niña durante tanto tiempo, es normal sentir ese malestar, al igual que es normal sentirse mal por la pérdida de un amigo. ¿ Entiendes ?

- Entiendo. ¿ Debería de quitarle el anillo de vez en cuando, entonces ? - pregunto Viana.

La señora se encogió de hombros.

- Querida, eso depende del riesgo que estés dispuesta a correr.

Always and ForeverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora