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2003

La señora abanicó su propia cara con las manos en un intento desesperado de deshacerse del calor.

Parecía que el tiempos se había vuelto loco en New Orleans.

Un día hacía un frío glaciar, y al otro parecía que estaban en pleno desierto.

Y para colmo, el ventilador se había estropeado.

El aire dentro del pequeño piso era sofocante, y parecía que unos dedos invisibles se deslizaban hasta su cuello para estrangularle.

La mujer se abrió el cuello de la camisa y se asomó a la ventana.

Rápidamente cambió de idea, y se metió para adentro.

Hacía incluso más calor fuera de la casa.

Escuchó a su hija gritar, y suspirando regresó a la cocina.

- ¿ Qué pasa, cielo ? - preguntó tomándola en brazos.

- Mucho calor - se quejó soplando en su cara.

- Lo sé, pero el ventilador no funciona - le contó, paseándola por la casa.

Si él estuviera aquí, pensó, seguro que habría encontrado la forma de arreglarlo.

- Aire frío - anunció en voz alta la niña de seis años, imaginándose que el calor desaparecía y la corriente refrescaba sus rostros.

La mujer notó con los pelos de punta cómo en aquel mismo instante una brisa de aire se formó a su alrededor, llevándose la sensación de calor y agobio que tenía.

Miró a su pequeña preocupada. Estaba pasando.

Always and ForeverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora