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Tras el ataque a los Mikaelson...

Niklaus vigiló cómo Elijah se llevaba a Aider entre sus brazos delicadamente.

Y descubrió un sentimiento que no le gustó en absoluto ; celos.

Sabiendo que la joven se encontraba a salvo con su hermano mayor, se volvió hacia Kol, que ayudado por Rebekah se ponía en pie.

- Tienes que irte - le dijo sin más, y su hermana le fulminó con la mirada por su poco tacto.

- Solo hasta que se calmen las cosas - añadió ella para suavizar las palabras del híbrido.

- Lo sé, lo sé - Kol hizo un gesto de entendimiento, aunque en su interior sabía que Aider nunca lo perdonaría.

Ni siquiera él sabía si podía a perdonarse a sí mismo.

Siempre había detestado lo que era ; un monstruo. Más, incluso, que sus hermanos.

La mayoría de las veces no lograba controlar su ira, ni el hambre. Cada día deseaba más recuperar su condición de brujo. Pero ahora que era vampiro, eso nunca pasaría.

Para sorpresa de su familia, salió de la casa caminando como un humano normal.

Rebekah y Klaus se miraron entre si. ¿ Cómo podía ser Aider tan poderosa como para dejar malherido a un Original ?

- Creo que tenemos que hacerle una visita a cierto aquelarre - sugirió la rubia.

- Cierto, hermanita.

Los dos se disponían a salir cuando Elijah los detuvo.

- Os acompaño.

- No - negó Niklaus con firmeza- alguien debe quedarse con la pequeña bruja.

- Entonces hazlo tú - replicó él- la conoces mejor, estoy seguro de que preferirá tu compañía.

- Elijah tiene razón, hermano- admitió Rebekah- Además, así evitaremos que mates a alguien y trataremos de mantener una conversación relativamente tranquila.

El Original suspiró, resignado, y dejó que sus hermanos mayores fueran a buscar respuestas en su lugar.

Se sentó en la silla del cuarto de invitados, donde Aider dormía exhausta por el esfuerzo usado, y al verla, toda la molestia que sentía por haberse quedado en el banquillo sin acción desapareció.

Se inclinó para observarla más de cerca, y una vez más, alejó ciertos pensamientos de su cabeza.

No era posible. Él era un Original. Él no podía sentir... al menos no eso.

Always and ForeverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora