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Si pudiera catalogarme como un personaje de ficción, sería sin duda Percy Jackson.

Literalmente, soy como un pez en el agua.

Amo nadar. Siempre me ha gustado.

Hace calor, se nota que estamos en pleno verano, así que hemos aprovechado para darnos un buen baño en la piscina.

Rebekah ha conseguido que un señor muy amable nos preste un chalet enorme durante todo el día de hoy. No sé cómo lo ha hecho, supongo que con una sonrisa coqueta y sus encantos femeninos, pero el caso es que tenemos una piscina del tamaño de una estación de tren para nosotros solos, y eso, hay que aprovecharlo.

Metida en el agua, hecha una bola, aguanto la respiración todo lo que puedo.

Intento dejar mi cuerpo lo más "muerto" posible, y no pensar en nada. Simplemente, cierro los ojos y disfruto de la sensación de estar sumergida en el agua fría.

Cinco minutos es mi récord, y cuando ya no puedo más, subo a la superficie.

En cuanto mi cabeza sale del agua, tomo una gran bocanada de aire. Casi me muero.

Frunzo el ceño decepcionada conmigo misma al ver que los tres hermanos están aguantando más que yo, y que soy la única que se ha rendido.

Miro el reloj, impaciente. Pasa un minuto más. Y otro. Y otros dos.

Preocupada, me pregunto si les habrá pasado algo, y vuelvo a zambullirme para echarles un vistazo.

Están sentados en el suelo de la piscina, en posición india con las piernas cruzadas.

Tanto Rebekah como Niklaus tienen los ojos abiertos, y se fulminan con la mirada mutuamente. Es obvio que la competitividad entre ambos es más fuerte.

Elijah, al contrario, tiene los ojos cerrados, y se ve tan tranquilo que inconscientemente yo también me quedo un rato mirándole.

Cuando me vuelve a faltar el aire, y entiendo que nos podemos pasar aquí toda la tarde, les hago una seña a los tres y todos terminamos la competición.

- ¿ Cómo diablos podeis aguantar tanto ? - pregunto exasperada. No puedo entenderlo, han estado ahí abajo por lo menos ocho minutos y ni siquiera tienen la respiración acelerada.

- No te enfades, amor - se jacta Klaus saliendo de la piscina y alborotándome el pelo con la mano - No siempre se puede ganar.

- Deberías de aplicártelo a ti mismo, Nick - mascullo, enfurruñada.

Rebekah suelta una carcajada, y Elijah oculta una sonrisa.

El menor de los Mikaelson me lanza una mirada asesina antes de entrar en casa.

- No he dicho nada que no sepamos ya - respondo inocentemente, tomando una toalla y siguiéndolo hasta el interior.

Always and ForeverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora