Always and Forever

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4 de Junio del 2016

Aider llevaba una semana viviendo con el aquelarre.

Su madre no había dejado de llamarla varias veces todos los días, así que tras enviarle un mensaje diciéndole que se quedaba en casa de una amiga de New Orleans, apagó el móvil y no volvió a encenderlo más.

Al principio, cuando Reece le contó porqué... porqué Él había matado a su padre, su primer instinto había sido reír.De hecho, había estallado en carcajadas. ¿ Su padre un brujo ? ¿ Todos los que estaban allí ? ¿ Ella ?  Jamás había escuchado tal sarta de tonterías.

Pero su expresión se congeló cuando los chicos y chicas que estaban a su alrededor empezaron a utilizar las manos y susurrar cosas.

Entonces , los objetos empezaron a moverse por el aire, algunos hombres desaparecían y aparecían, otros encendían y apagaban las velas sin tocarlas...

Entonces, sin más, Aider mostró una cara asustada y echó a correr.

Una chica algunos años mayor que ella la detuvo. La tranquilizó (aunque se notaba que no le caía muy bien) e hizo que se sentara.

Entonces, Reece, con una amabilidad que los demás brujos no habían visto nunca, le contó lo que era.

Cada año, la magia escoge un nuevo cuerpo en el que deposita parte de su poder.
Las personas son elegidas al azar, aunque la mayoría de la descendencia de un brujo lo son también.

Cuando uno muere, su poder se hereda, de modo que con el paso de las generaciones, cada nuevo brujo se suele hacer más y más poderoso.

Aider negó con la cabeza. Ella no sabía hacer magia.

Reece le quitó el anillo de sus manos, ese que su madre le había hecho ponerse cuando era una niña.

Entonces, sintió un cosquilleo de pies a cabeza, acabando en sus manos.

Los primeros hechizos habían salido bastante mal. Aider tenía tanto poder, que le costaba mucho controlarlo.

Cinco días después, ya había superado a todos los brujos novatos, que la miraban celosos . Pasó un día más para que dejara atrás a los más experimentados, y en el último día, Reece le había enseñado los hechizos más poderosos.