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Residencia Mikaelson

Las palabras de Elijah la acompañaron todo el camino hasta la gran mansión de la familia.

Sin embargo, Aider no lograba identificarlas. Le llegaban confusas y lejanas, y se sentía como si estuviera flotando en un extraño sueño. O más bien en una pesadilla.

Se cruzaron a Rebekah y Klaus por las escaleras en dirección al dormitorio de invitados, que siempre estaba reservado para la joven bruja.

Ambos quisieron saber qué demonios había pasado, pero con un gesto, su hermano mayor les hizo entender que aquel no era el mejor momento.

Algo recitentes, decidieron dejarlo para la mañana siguiente, y dejaron que Elijah se ocupara de todo.

Éste entró en la habitación, cargando a Aider, ya que suponía que no tendría fuerzas para caminar por su propio pie.

La dejó en la silla, y la joven no pronunció una sola palabra.

Elijah se detuvo frente a ella, analizándola. Todavía tenía sangre de su madre sobre su rostro y manchando su ropa.

Con un suspiro, la volvió a tomar entre sus brazos y entró al baño.

Poniendo todo su esfuerzo en no dejarse llevar, se concentró en quitarle la ropa sucia, y la dejó caer al suelo.

Abrió la llave de la ducha, y tras quitarse la camisa y la chaqueta del traje, entró con ella en la regadera.

Elijah mantuvo la vista clavada al suelo por un instante, y vió como el agua se teñía un poco de rojo al llevarse la sangre.

El Original frotó suavemente la mejilla de la chica, haciendo desaparecer la poca sangre resaca que quedaba.

Aider tenía la mirada ida. Tenía que ser una pesadilla. Debía ser una pesadilla.

El mayor de los Mikaelson hizo acopio de toda su fuerza de voluntad para no mirar más de la cuenta el cuerpo de la joven mientras la envolvía con una toalla limpia.

Elijah la miró con tristeza mientras le ponía una camiseta cualquiera y unos pantalones para dormir. Había tenido que ser horrible para ella. Entrar allí y ver aquello... se preguntó cuánto tiempo tendría que haber pasado hasta que pudo llamarle.

En la mente de Aider, empezando a asumir lo que había ocurrido, comenzaban a formarse algunas preguntas.

¿ Quienes ? ¿ Por qué ?

<< No deberías de enseñar tu poder de esa forma. Es peligroso >> , Las palabras de Niklaus llegaron a su memoria
<< Los Oscuros siempre continuaran deseando más y más, y temo que si sigues enseñando tus truquitos de magia vengan a reclutarte >>

Y recordó que, cuando los Mikaelson averigüaron el tipo de magia que ella utilizaba, Rebekah le advirtió << Los señores Oscuros no dudarán en destruír todo lo que te rodea, para que una vez acabada toda tu felicidad, solo te quede ira y odio >>.

Y lo peor es que estaban triunfando.

Aunque Aider puso todo su esfuerzo en reprimir los impulsos que sentía, los cristales comenzaron a vibrar, y un temblor en aumento recorrió la tierra.

La joven bruja buscó asustada los ojos de Elijah, como siempre hacía cuando no podía controlarse.

El Original la sentó sobre el borde de la cama y se arrodilló delante de ella.

- Mírame - le ordenó firmemente - Recuerda lo mucho que hemos practicado.

La respiración de Aider comenzó a entrecortarse, y algunos de las ventanas estallaron.

- No puedo, Elijah - negó apretando los dientes, y desvió su mirada al suelo.Su ira era mayor que nunca. Quería que ellos pagaran por lo que habían hecho.

- Sí que puedes - replicó calmadamente - Sé que quieres vengarte, pero ellos son incluso más poderosos que tú. Sin duda, si te enfrentarías a ellos, supondría una muerte segura.

Aider cerró los ojos, sabiendo que decía la verdad. Sintió los dedos de Elijah acariciando su mejilla, tranquilizándola.

- Y no me perdonaría dejarte morir.

Aider abrió sus ojos llorosos, y el viento dejó de aullar a su alrededor y la tierra dejó de sacudirse.

- No es justo - gimoteó estallando en sollozos, sintiendo cómo se le partía el alma - Ella no tendría que haber pagado por esto.

- Lo sé, pequeña- suspiró Elijah, envolviéndola en un cariñoso abrazo.

Aider lloró.
Lloró y lloró hasta que las lágrimas se le acabaron y no pudo derramar más.
Lloró mientras su corazón se separaba en pequeños pedazitos.
Lloró mientras asumía el hecho de que su madre nunca iba a volver.

Y el Original permaneció junto a ella, sufriendo también por verla tan devastada, hasta que se tranquilizó un poco.

Entonces, se levantó dispuesto a regresar a su habitación. Pero la voz titubeante de la chica lo detuvo mientras salía.

- ¿ Elijah ?

- ¿ Sí, Aider ? - se volvió antes de abrir la puerta.

- ¿ Puedes dormir conmigo esta noche ?

Elijah la miró sorprendido.

Aider se sonrojó considerablemente, pero no deshizo su pregunta. En aquellos momentos, estaba algo asustada, y la presencia del mayor de los Mikaelson le hacía sentirse segura y protegida. Así que esperó la respuesta.

Dudando si sería una buena idea, Elijah aceptó finalmente, y se tumbó en la cama, dejando que la chica se acomodara en su pecho y pasara un brazo por encima de su cintura.

- Gracias - susurró ella, cerrando los ojos, exhausta por tantas emociones en un mismo día.

El Original acarició el cabello de la joven hasta que ésta se quedó dormida.

Pero él no se abandonó tan pronto al sueño. Se quedó despierto durante un buen rato, observando a la chica que dormía entre sus brazos.

Una euforia que no había sentido desde hacía siglos le recorrió el cuerpo. Y entonces tuvo claro lo que sentía por ella.

Always and ForeverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora