Mafia. (Jainico)

06.-

POV Omnisciente

Manuel y Nicolás comenzaron a hablar de otras cosas por quince minutos cuando Jaime volvió con Edgar, riéndose los dos, pero Yelo y el moreno siguieron hablando como si estos no estuvieran ahí.

-Y cómo eran los chicos de Nueva York?.-Preguntó Manuel casi como si fuera una mujer, emocionado por saber.

-Mejores que los de Chile, definitivamente.-Respondió Nicolás con una risita.

-Era de noche cuando te raptaron, cierto?.-Preguntó Yelo casi riéndose por esto.

-Sí.-Contestó el pequeño moreno, con ahora una sonrisa.

-Y qué ibas a hacer esa noche?.-Preguntó Manu, curioso por saber esto.

-Iba a un club en realidad, salía todos los días.-Respondió el pequeño travieso con una leve sonrisa recordando esos momentos.

-Tal vez a cuantos minos conociste en ese club antes po.-Dijo Manuel riéndose, sabiendo que tenía razón.

-Sí, todavía tengo el número de algunos, si quieres...

-Suficiente conversación por hoy, tenemos que irnos.-Dijo Edgar con la mandíbula tensa, tomando del brazo a su novio para que se levantara del sillón y se fueran de ahí de inmediato. Tengo que decir que el ruloso no tomó el brazo de Manuel con fuerza como para lastimarlo.

El living se quedó en silencio y Nicolás ni quería mirar a su alma gemela.

Jaime estaba observando a su alma gemela, acaso este quería que estuviera celoso?. Si ese era el plan del moreno, de verdad que funcionaba, pero el enojón respiró profundamente varias veces para tranquilizarse, no podía hacer esto. Tal vez Nicolás ya no lo amaba y le molestaba que él le hiciera ataque de celos.

-Ven, vamos a tu habitación.-Dijo Jaime con un tono serio, esperando que Nicolás se levantará y lo siguiera.

Pero las cosas no pasaron así. Cuando el moreno se levantó, Jaime empezó a caminar pero su alma gemela lo detuvo haciendo que este lo mirara.

-Qué pasa cariño?.-Preguntó el enojón para que segundos después sienta los labios de su moreno sobre los suyos, fundiéndose en un beso. Jaime poco tiempo se demoro en corresponderle este gesto con necesidad y desesperación. Tengo que recordarles que no se besaban hace un año.

Minutos después de este gesto de amor, el pequeño moreno se separó con una sonrisa.

-Bien, ahora vamos.-Dijo el pequeño travieso guiñándole un ojo a su alma gemela.

Nicolás había comenzado a caminar pero Jaime lo acorralo contra una pared de la mansión, sin importarle si algunos de sus trabajadores que cuidaban la casa los miraba.

-Oh cariño, no puedes irte así luego de besarme.-Murmuró el mafioso con la voz ronca casi sobre los labios de su alma gemela, haciendo que este se estremeciera.

Luego de que Jaime dijo estas palabras, besó a Nicolás más apasionada y intensamente, es obvio que Nicolás lo correspondió de inmediato.

Pudieron disfrutar unos varios segundos hasta que los interrumpieron.

-Jefe, la señorita Macarena lo esta buscando.-Dijo otro extraño que Nicolás no conocía. Este se fue casi corriendo para que Jaime no le dijera nada.

El enojón se separó de los labios de Nicolás y gruñó. Como odiaba cuando interrumpían algo que amaba hacer, como estar con Nicolás, besarlo, etc.

-Quieres venir conmigo?.-Preguntó Jaime con un leve sonrisa, tomando la mano de Nicolás.

-Claro pero no voy a molestar, cierto?.-Preguntó el pequeño travieso, también contestando al mismo tiempo.

-Claro que no, ella no es importante.-Respondió el enojón demasiado sincero, haciendo que después Nicolás lo siguiera hacia afuera de la mansión.

Cuando salieron Nicolás vio a una mujer con un vestido rojo y con unos tacos del mismo color. Era bella, de verdad que sí, y Nicolás pensaba que ella era mejor que él.

-Hola amor.-Dijo Macarena con una sonrisa que Nicolás encontraba falsa.

-No me digas así.-Dijo el mafioso con ganas de matarla.

Macarena miró a Nicolás como si este fuera basura o algo así y habló.

-Y tú quién eres?.-Preguntó la maraca culia. Digo, Macarena.

-Soy Nicolás y soy...

-Él es mi novio.-Dijo Jaime interrumpiéndolo. El enojón y su alma gemela se miraron y este último le siguió la corriente, ya que no le era difícil actuar como si amara a Jaime, ya que de verdad lo hacia.

-T-Tu novio? Eres gay?.-Preguntó Macarena sorprendida.

-Sí, algún problema?.-Preguntó el mafioso con una mirada asesina a esta.

-No, claro que no Jaime.-Respondió la maraca culia.

-Dime jefe o señor, no eres ni siquiera mi amiga para decirme por mi nombre.-Dijo el enojón con la mandíbula tensa. Cuando se le había ocurrido contratar a una mujer para que trabajara con él? Ni siquiera hacia bien su trabajo.

-E-Esta bien señor.-Dijo Macarena, con algo de nerviosismo y temor.

-Para qué viniste?.-Preguntó Jaime, sintiendo como Nicolás jugaba con su mano, haciendo que el primero quisiera sonreírle.

-Q-Quería saber si usted tenía con quien ir a la reunión.-Dijo la maraca temerosa, refiriéndose a la reunión que iría con Nicolás.

-Sí tengo con quien ir, con mi novio.-Dijo el enojón, todavía no entendiendo como Macarena todavía no se iba.

-Oh, esta bien, me iré de inmediato.-Dijo Macarena, yéndose altiro, sin esperar que Jaime dijera algo más.

Jaime se dirigió a uno de los guardias de la reja, para decirles que si ella volvía, no lo interrumpieran si estaba ocupado con su novio.

Volvieron a entrar a la mansión y ahora fueron a la habitación de Jaime.

-Esta va a ser tu nueva habitación. O sea, nuestra.-Dijo el mafioso con una sonrisa, cerrando la puerta mientras Nicolás miraba todo el cuarto.

-Te apuesto a que es insonora, al igual que las otras.-Dijo el moreno conociendo a su alma gemela.

-Tengo que tener más privacidad ahora que soy jefe de una mafia.-Dijo Jaime, diciendo la respuesta indirectamente, mirando como el moreno se sentaba en la cama.-Te prestaré unos boxers, cariño.

El pequeño moreno asintió y un minuto después, Jaime le pasó unos boxers que sabía que le quedarían bien a este.

El enojón se dio vuelta para que Nicolás se cambiara de ropa tranquilo.

-Dime cuando termines de cambiarte, sabes que no me podría controlar si te veo así.-Dijo el mafioso, queriendo darse vuelta, para ver como el moreno había cambiado.

Jaime escuchó como Nicolás se reía y eso lo hizo sonreír. Había extrañado eso.