Mafia. (Jainico)

53.-

POV Omnisciente

Nicolás ni siquiera estaba razonando bien cuando casi golpeó a Castiel. Y casi no porque justo se puso a pensar o algo, si no porque Jaime lo detuvo, separando a su prometido de Cas y colocándose al frente de este último, defendiéndolo y protegiéndolo.

El moreno intentó que el enojón saliera de ahí para enfrentar bien a Castiel pero Jaime lo tomó de las muñecas, haciendo que no se moviera. Claro que tenía bien presente en que no le estaba haciendo daño a su novio.

-Nico detente.-Dijo el mafioso, viendo como su novio quería que lo soltara. Cuando la cosa estaba siendo demasiado violenta, a Jaime no le quedo más opción que empujar un poco al moreno lejos de ellos.

Nicolás casi se cae, solo que justo se pudo asujetar de un mueble. Miró a Jaime unos segundos, ya no sentía ni siquiera rabia, sentía pena y traición. Jaime lo supo de inmediato cuando vio los ojos llorosos de su prometido y lágrimas cayendo de sus ojos.

-Nico...

-Ándate a la mierda Jaime.-Dijo el recién nombrado, limpiándose las lágrimas con fuerza para luego salir corriendo de ahí.

Ya ni siquiera le importaba llevarse sus cosas, solo quería salir de ahí. De inmediato solo se dirigió al exterior de aquella mansión. Evitó a todos los empleados de Jaime, quienes lo miraban preocupado pero aún así no lo detenían.

El moreno escuchaba los gritos de Jaime llamándolo pero este solo seguía corriendo. No quería hablar en ese minuto con nadie. Y menos con su prometido.

Cuando se detuvo ya estaba muy lejos de ahí. Miró su alrededor y al menos sabía donde estaba. Sintió su celular vibrar en su bolsillo. Lo sacó y vio que quien lo estaba llamando era Jaime. Miró unos segundos la foto que le había colocado al contacto de su novio. Era de Jaime y él. El enojón le daba un beso en la mejilla mientras que él estaba rojo. Por fin reaccionó cuando vio que sus lágrimas habían caído en la pantalla, mojándola un poco. El moreno limpió la pantalla y le cortó a Jaime para luego dejar su celular en silencio.

Y como cada vez que peleaba con Jaime, no sabía donde ir. Sin su novio, ni siquiera veía un futuro.

Guardó su celular y notó que tenía al menos tenía su dinero. Con eso podría quedarse en un hotel unos días al menos. Pero claro, no necesitaba eso en ese momento, solo quería ser feliz unos momentos más. Así lo que hizo Nicolás fue ir a un bar, el más cercano que viera.

Cuando por fin encontró uno, entró y de inmediato se dirigió donde estaba el cantinero.

-Deme Bourbon Jack Daniels.-Fue lo primero que dijo el moreno, sentándose al frente del bar.

-Un vaso?...

-La botella.-Dijo Nicolás, viendo la ceja enarcada del cantinero pero asintió y fue a buscar lo que pidió el moreno. Cuando volvió el cantinero le habló.

-Mal día?.-Preguntó el desconocido, destapando la botella para el pequeño moreno y sirviéndole en un vaso con hielo.

-Algo así.-Contestó el chico de los ojos violetas tristes, tomándose al seco lo que le sirvió el cantinero.

-No eres de los que hablan de sus problemas.-Dijo el extraño notándolo, mirándolo con atención.-Soy Gustavo.

-Nicolás.-Dijo el recién nombrado, presentándose mientras se servía otra vez de la botella.

-Te vas a casar?.-Preguntó Gus, mirando el anillo del moreno.

Nicolás miró el anillo también y lo acarició con su otra mano levemente.

-No lo sé.-Respondió el pequeño travieso con la mirada perdida.

-Entiendo, tema complicado.-Dijo Gustavo, sintiendo algo de lástima hacia el pequeño.-Si quieres desahogarte, yo te escucharé, lo digo en serio.

-No importa.-Dijo Nicolás con una pausa, notando que a Gustavo no le había creído para nada.-Lo digo en serio, no quiero hablar de eso.

-Que no quieras hablar de eso no significa que no importe.-Dijo Gus, haciendo que este vea su error.-Pero esta bien, sé que quieres estar solo. Pero cualquier cosa, estoy acá.

El moreno solo asintió mientras que ahora se tomaba su trago lentamente, para sentir como su garganta ardía.

Acaso la boda iba a seguir en pie? Ni él lo sabía, y creo que Jaime menos.

La imagen de su prometido con su amigo tan cerca, como si estuvieran apunto de besarse no salía de su mente. No podía olvidar aunque quisiera.

Volvió a sacar su celular y lo desbloqueó. Vio cincuenta y cinco llamadas perdidas. Treinta y cinco de Jaime, diez de Castiel, cinco de Manuel y otras cinco de Edgar. Y claro, también habían mensajes, demasiados y mensajes en el buzón de voz. Solo decidió escuchar el último buzón de voz que tenía, ya que la curiosidad lo mataba.

"Nico, no sé donde estás ni si estás bien, pero si estás escuchando esto, por favor vuelve a nuestro hogar. Te lo puedo explicar todo, pero no hagas esto Nico, te lo suplico, solo vuelve. Tú dijiste que estarías muy feliz si yo nunca te dejaría, yo digo lo mismo Nico. No me dejes."

Cuando terminó de escuchar esto, ya volvía a tener sus ojos aguados. Tenía dos opciones, seguir emborrachándose o ir a su hogar.

Nicolás pagó la botella y se la llevó mientras caminaba de vuelta a la casa de Jaime. Qué explicación le podría dar su novio sobre lo que vio?

Acaso había pensado en volver a dejar a Jaime? No, no era así, pero claro, tenía que tener una opción por si todo salía mal.

Treinta minutos después, ya estaba al frente de la mansión. Los trabajadores de Jaime lo miraron y de inmediato le abrieron la reja. Nicolás entró sin decir nada, solo las miradas preocupadas de los empleados. Entró a la mansión y sus amigos estaban ahí. Edgar lo miró y le hizo una seña que Jaime estaba en su habitación. El moreno asintió, dejó la botella de alcohol en la mesa y subió las escaleras para luego entrar casi en silencio a la pieza.

Vio a su novio sentado en el piso, apoyándose en la cama, con la cabeza en las rodillas. Nicolás, sin ni siquiera verle la cara todavía, sabía que este estaba igual de mal que él.

El pequeño moreno cerró la puerta y Jaime de inmediato levantó su cabeza, viéndolo de inmediato.

Segundos después sintió los brazos de su prometido rodearlo en un abrazo algo fuerte. Nicolás pudo escuchar como su novio seguía llorando casi en su hombro.

-Creí que te había perdido otra vez.-Dijo el mafioso con la voz entrecortada.

Con eso dicho, Nicolás lo abrazó de vuelta. Por alguna razón, al sentir y ver a su alma gemela así, hizo que se diera cuenta que de verdad había una explicación en lo que pasó.