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POV Omnisciente

Nicolás sabía lo que estaba haciendo al provocar a Jaime así. Este último contuvo las ganas de estacionar el auto y colocar a su alma gemela encima suyo, o mejor dicho, encima de su entrepierna.

-Mierda Nico.-Gruñó el mafioso, mirando unos segundos al recién nombrado y ver como "jugaba" encima de su entrepierna con su mano. Claro que tenía un problema en su entre pierna y su otra mitad podía sentirlo.

-Parece que necesitas ayuda acá.-Dijo el moreno con una sonrisa traviesa, sacándole el cinturón a su alma gemela para luego comenzar a desabrocharle los pantalones lentamente, casi torturando a Jaime.

-Nico no...

-Nico sí.-Dijo el pequeño travieso interrumpiendolo para terminar de desabrocharle los pantalones y bajárselos hasta las rodillas.

Nicolás había comenzando a palpar por encima del calzoncillo de su otra mitad, notando que el miembro de este último había empezado a doler por no ser liberado de aquella prenda que impedía el contacto directo con este.

Lo torturó unos varios segundos más para luego también bajarle los calzoncillos, dejando el miembro de este a la vista.

El pequeño de los ojos violeta tomó el miembro de Jaime con una mano y comenzó a masturbarlo en una velocidad lenta al principio. Pero aún haciendo esto, creía que su alma gemela necesitaba algo más que solo unos movimientos de mano en su entrepierna por su parte, así que se acomodó un poco para luego introducirse el miembro de su enojón en la boca, haciendo que este gruñera por el placer. Ni siquiera en esos momentos Jaime dejaba de ser dominante.

El mafioso mientras conducía con una mano y intentaba concentrarse en el camino, tomó con su mano libre el pelo de su alma gemela, haciendo que este fuera al ritmo que él quisiera, y claro, Nicolás no protestó ni nada. En realidad lo único que quería el pequeño moreno en ese momento era darle placer a su otra mitad, lo que no hacía hace un año y que probablemente otro o otra haya hecho. Quiso no pensar en ese momento en alguien más que hubiera tocado a su alma gemela que no fuera él en el tiempo en que no estuvo. Al menos no quería pensar en ese preciso momento esas cosas.

En esos minutos que para Jaime eran una tortura ya que tenía que seguir conduciendo y ver que no tengan ningún accidente mientras sentía como el moreno succionaba, lamía y chupaba su miembro. Varias veces el enojón estuvo tentado a parar el auto y mirar como su moreno le daba placer, pero sabía que eso era lo que quería Nicolás, torturarlo. Y si hubiera detenido el auto, probablemente hubiera dejado de darle placer y lo hubiera dejado así. Conocía bastante bien la parte traviesa de su moreno.

Minutos después de eso, Jaime le avisó a Nicolás que se iba a correr. El primero lo iba a apartar pero el moreno se resistió y succionó un poco más para luego sentir el líquido blanquecino y algo caliente en su boca. De inmediato se la tragó, sin ni siquiera derramar una gota de este líquido.

El pequeño moreno le subió los calzoncillos y pantalones para abrocharle estos últimos y colocarle el cinturón. Nicolás volvió a acomodarse en su asiento con una sonrisa, notando que su alma gemela lo miraba de reojo unos segundos.

-Estás todavía seguro que quieres que te calle?.-Preguntó el pequeño de los ojos violeta, con un tono travieso.

-Cariño, te metiste en un camino desconocido.-Respondió el enojón con una leve sonrisa.-Pero ya vas a entender a que me refiero.

Nicolás lo miró con curiosidad pero no dijo nada más, solo sintió que Jaime volvía a manejar con una mano para que con la otra tomara su mano.

En otros diez minutos llegaron a la mansión. Jaime salió primero del auto para ayudar a su moreno a salir de este.

El mafioso le ordenó a sus trabajadores que cuidaban el patio que sacaran las bolsas con cuidado del maletero y las dejaran en su habitación. Mientras que el jefe y su chico salieron, habían hecho también el aseo de la habitación. Siempre hacían lo mismo, y hasta ordenaron la ropa de Nicolás. Todos querían agradarle al jefe, ya que eso significaba que tal vez no los mate este cuando lo hagan enojar.

Jaime junto a Nicolás entraron a la mansión tomados de la mano. Otro de los tantos desconocidos para Nicolás estaba esperándolo con comida para este último y su jefe. En la bandeja tenía hamburguesas, papas fritas y unos completos.

El mafioso tomó la bandeja y le habló al completo desconocido para el moreno.

-Gracias Tomas.-Dijo Jaime con una sonrisa dirigida al recién nombrado, haciendo que este último se sonrojara.

-De nada, señor.-Dijo Tomas con algo de nerviosismo.

-Sabes que puedes decir Jaime, los otros son los que no pueden decirme así.-Dijo el enojón guiñándole un ojo a este para luego dirigirse a la escalera y subir.

Nicolás había mirado con detenimiento esto. No sabía si había pasado algo entre ellos dos, pero aún si no fuera así, no le gustaba para nada esto.

Subió la escalera detrás de su alma gemela mientras este cargaba la bandeja y entraba a la habitación que tenía la puerta abierta ya.

El moreno entró a la habitación con el ceño fruncido y sin decir ni una palabra. Claro que el mafioso no había notado nada de esto todavía.

Jaime dejó la bandeja sobre la cama y iba a decir algo hasta que sus trabajadores entraron a la habitación con las bolsas.

-En qué parte de la habitación quiere que las dejemos?.-Preguntó uno de los trabajadores, atreviéndose a hablar. Claro que Nicolás ni Jaime sabían que los trabajadores habían hecho piedra, papel y tijera para saber quien hablaba.

-Guárdenla en el closet.-Contestó el enojón, no siendo amenazante ni nada.

Los desconocidos para el pequeño moreno guardaron los trajes y los zapatos en el closet rápidamente. Salieron de ahí de inmediato, cerrando la puerta para que estos dos tengan privacidad.

El mafioso por primera vez que llegaron a la habitación, miró a su alma gemela y lo vio con el ceño fruncido, pero había algo más. Algo que hace mucho no veía.

Nicolás estaba celoso.

Mafia. (Jainico) Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang