Desde la perspectiva de la ciencia tradicional, la cual difícilmente se emancipa de una estructura lineal para concebir la historia del universo (pues necesariamente implica un principio y un final), “todo” comenzó a partir de un particular evento: el Big Bang. A raíz de esta inconcebible explosión el cosmos fue auto-desdoblándose hasta, eventualmente, dar vida a todo lo que hoy conocemos: agujeros negros, galaxias, sistemas solares, planetas, satélites naturales, nebulosas, elementos químicos, minerales, paisajes y conciencias. ¿Pero qué ocurría antes de que se gestara este arquetípico génesis?
Lúcidos seguidores de la Teoría de Cuerdas (rama de investigación dentro de la física de partículas que busca conciliar la teoría de la mecánica cuántica con la relatividad general) y de la Teoría-M (que propone la existencia simultánea de once dimensiones), los profesores Neil Turok, de la Universidad de Cambridge, y Paul Steindhardt, director del Princeton Center for Theoretical Science, postulan que el cosmos en el que actualmente vivimos fue formado a partir de una colisión de dos universos, la cual duró aproximadamente un cuatrillón de años, a causa de una voraz atracción entre ellos derivada de la pérdida de gravedad que uno de los dos experimentó. Desde su punto de vista el universo no se “infló” a partir de una monumental explosión, sino que sufrió una aceleración extraordinaria luego de que otro universo derramara su propia gravedad sobre de él. Y en este sentido el Big Bang no fue el inicio de los tiempos, sino un puente que conectó al actual universo con un pasado conformado por infinitos ciclos evolutivos.
Turok y Steindhardt acuñaron esta nueva teoría inspirados por una conferencia de Burt Ovrut (físico teórico estadounidense), quien imaginó un modelo con dos membranas coexistiendo paralelamente a una escasa distancia de entre 10 y 32 metros. La comunicación entre ambas membranas se daría exclusivamente a partir de la fuerza gravitacional del universo hermano o paralelo, la cual podría atravesar esta distancia para influir, o transmitir, entre ambos. Gracias a este modelo se disuelven algunas de las mayores problemáticas del esquema implícito en la teoría del Big Bang, por ejemplo, la materia oscura. De acuerdo al modelo de Ovrut, las inconsistencias del Big Bang se reemplazan por un eterno ciclo cósmico en el que la energía oscura deja de ser una misteriosa y desconocida fuerza y en cambio se presenta como una fuerza extra-gravitacional que se convierte en la sede de la interacción mantenida por dos universos.
Básicamente el modelo propuesto por Turok y Steindhardt consiste en un diseño cíclico del universo, sin principio ni final, hilvanado a través de una infinito cúmulo de fases sucesivas de renacimiento o rediseño. Plantea un universo estructurado a partir de tres dimensiones espaciales y una temporal, que a su vez están contenidas en un “recipiente” que en total incluye once dimensiones, una de ellas microscópica y las restantes seis comprimidas en una especie de doblez. Estas extra-dimensiones están dirigidas por “nuestra” membrana, con energía positiva, y por una membrana paralela que manifiesta energía negativa. De vez en cuando ambas membranas protagonizan una colisión y la dimensión que las separa se contrae, provocando una fase de expansión localizada que comienza, precisamente con un Big Bang. De acuerdo con los cálculos científicos, la última colisión de este tipo ocurrió hace 13,700 millones de años.
Reflexionando a partir de lo anterior podemos concluir, entre otras cosas, que, primero, tal vez la palabra génesis (o el principio del todo) debiese ser eliminada de nuestro vocabulario, pues es solo una construcción conceptual para mantenernos asiduos a un modelo lineal de tiempo. Segundo, hay que agradecer a científicos como Turok y Steindhardt por tributar cabalmente la esencia de la ciencia: la aguda exploración racional, pero a la vez intuitiva (recordando que en nuestra situación probablemente la razón sea la única llave para liberarnos de la prisión racional). Y, finalmente, celebrar nuestro cíclico origen romántico, casi erótico, que involucra una especie de explosivo coito entre dos universos para gestar lo que hoy conocemos como el Cosmos.
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Ateísmo Científico
RandomEn este libro te mostré argumentos científicos y filosóficos en contra de la existencia de dios y a favor del ateísmo científico, el escepticismo y el agnosticismo racional.