Capítulo 39 - Dos tetas tiran más que dos carretas.

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Ya es media mañana y como últimamente estaba acostumbrada a hacer, salgo al patio frontal tras coger el almuerzo del menú de la cafetería. Me siento en uno de los bancos solitarios y apartados de los demás y enchufo los auriculares a mi móvil para evadirme de todo cuanto me rodea.

Muerdo con delicadeza la pasta, intentando que las migas no manchen la pantalla de mi móvil, el cual está apoyado sobre mis piernas, pero es poco el tiempo que consigo estar concentrada notando las incesantes miradas clavadas en mí continuamente. Retiro uno de mis auriculares con disimulo y reviso mi alrededor de la misma forma, pero no consigo distinguir a nadie que necesite algo de mí, ni tampoco alguien a quien pueda llamarle la atención, es evidente, no me creen apta para su clase social.

Recojo mis piernas, colocándolas sobre el banco en el que me encuentro y tras sentir la soledad golpeándome de nuevo, las abrazo, resignándome a aceptar la "nueva" situación en la que me encuentro. Retengo mis lágrimas y tras observar de nuevo el delicioso chocolate que contiene la pasta, me conformo con sentir el delicioso sabor de éste como consuelo.

- ¡Ey! - gritan tras de mí, pero no me giro, no lo hago porqué sé que no será para mí. - ¿Por qué tan sola? - preguntan pasando sus piernas desde atrás y sentándose sobre el respaldo del banco dónde me encuentro. Levanto la mirada, intentando identificar quien es y no me cuesta hacerlo, menos aún al notar las miradas de gran parte de los estudiantes.

- ¿Seth? ¿Qué haces aquí? - pregunto extrañada.

- ¿Estudio aquí, sabías? - responde con una mueca en su rostro un tanto graciosa.

Oculto mi sonrisa agachando mi mirada hacia mis piernas, estirándolas y colocándolas como las personas normales.

- Vámonos rubiales. - dice un animado John a medida que se acerca a nosotros.

- Acabo de poner mi culo en un sitio estable... - se queja Seth.

- ¿Estable? - pregunto incrédula.

- Tranquila, suele pasar cuando nos aburrimos. Hemos quitado un par de tornillos de algunas sillas para saber quién tenía la mala suerte de sentarse y... ¿quién crees que ha perdido?

- ¡Calla Seth! Ahora podría culparnos de eso. - dice John serio.

Le miro, ocultando la sonrisa que amenaza con salir de mí. Sé que él está igual que yo, pero Howell jamás sonreiría delante de alguna chica, si no era para conquistarla. Deberían de existir más sonrisas francas entre tanta sociedad. John me mira por unos instantes e inmediatamente vuelve a fijar su atención en su amigo.

- Rubio... - dice John metiendo sus manos en sus bolsillos.

- No me moveré hasta que Lena no me dé la sabrosa pasta de chocolate que tiene en su mano. - dice Seth cruzándose de brazos.

- ¿Ahora también eres un abusón que va a quitarme el almuerzo? - bromeo divertida.

Seth rasca su nuca.

- Vámonos John. - dice Seth levantándose.

John asiente y antes de irse, visualiza mi rostro incrédulo.

- ¿Que he dicho mal? - le pregunto confusa.

- Cosa de mujeres, ya sabes, está en sus días. - dice John antes de girarse y volver con su amigo.

¿Acaso acababa de bromear conmigo? ¿Acaso yo acababa de tener un contacto más cercano con esos idiotas cuando sé que mantienen relación con mi padre? Tal vez era la mejor estrategia. Si por un mínimo instante conseguía que los Blacks confiaran en mí, podría saber qué es lo que buscan en mi padre.

John HowellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora