No puedo moverme, mis manos están atadas y todo está oscuro. Noto los baches de la carretera cuando el coche los sobrepasa a gran velocidad, y entonces, de repente, las puertas del furgón se abren. La claridad me ciega por unos segundos. Unas manos grandes y fuertes, me cogen de la camiseta, poniéndome en pie de nuevo, tras caer del furgón al recibir un empujón.
- Levanta. Patrick te está esperando. – dice el grandullón vestido de negro y medio calvo que tengo al lado.
Un nudo se forma en mi garganta al escuchar su nombre. Intento levantarme aun aturdido por la claridad y sigo al hombre. Sé dónde estoy, en los almacenes pero el motivo lo desconozco. Abren las puertas y me empujan para entrar. El almacén está vacío y oscuro, ni siquiera se escuchan las ratas que recorren las esquinas de este antro.
- ¿Dónde está? – digo manteniendo la compostura, escondiendo el mar de nervios que recorre mi cuerpo.
- Espera aquí – dicen empujándome contra el suelo, haciéndome perder el equilibrio.
- Las buenas formas aquí no son...
Un puñetazo golpea mi mandíbula.
- Los chicos callados aguantan más tiempo vivos.
Mi cuerpo se estremece ante la idea de la muerte. ¿Dónde me he metido? Solo tenía que llevarle un kilo de anfetas a Román, el magnate de los lujosos barcos del puerto de Santa Aurora. Las gotas de sudor caen por mi frente mientras mis labios se resecan ante la incertidumbre de la situación. Mi madre tenía razón cuando me decía que me metía en asuntos que yo no sabría controlar.
Escucho portazos en la lejanía, y en el fondo, espero que jamás lleguen hasta mí.
- Levanta. – dice otro de los hombres que venía en el furgón, tras de mí.
Acato sus órdenes, no quiero más problemas. Miro mis botas de futbol desgastadas y rasgadas por los golpes y mis rodillas magulladas por los zarandeos del viaje, ojalá volviese al partido que me han obligado a dejar a medias.
- Bueno, bueno, bueno... - dice Patrick entrando en la sala, obteniendo mi atención.
Le miro desafiante, seguro de que no debía de soltar más información de la necesaria.
- Pequeño embustero... - dice Patrick, el jefe del local, con su aspecto desgastado y envejecido. Sus manos, manchadas levemente de sangre, las coloca en su cinturón, el cual muestra sin repelo su pistola de 9mm que siempre lleva. – A mis oídos ha llegado, que no entregaste el paquete como te mandé. – continua acercándose a mí, mostrándome sus torcidos y sucios dientes, junto con su rostro repleto de arrugas y cicatrices.
- Patrick, eso es mentira. Lo entregué como me ordenaste. – digo seguro de mí mismo.
- No me gusta perder dinero, ni clientes, pero mucho menos que me mientan mientras me miran a los ojos. – dice antes de golpearme en la nariz.
Noto la sangre como cae hacia mi labio superior.
- Sabes John, no suelo perder el tiempo con escoria como tú, pero por una vez, y solo por ésta vez, voy a darte una segunda oportunidad. – dice comprimiendo mis dos carrillos para mirarme a los ojos sin distracciones, para luego soltarlos con brusquedad. – Pero claro, nada en esta vida es gratis, pequeño John... - continua mientras se aleja con una maliciosa sonrisa apareciendo desde la comisura de sus labios.
- ¿Qué quieres? – escupo mostrando una postura firme.
- Necesito a la hija de los Bennett.
- Desconozco quien es.
- Pues tendrás que informarte bien. Su padre me debe mucho dinero, pero ya ha dejado de importarme, ahora quien realmente me importa es ella.
- No voy a ser parte de un secuestro. – Afirmo.
- Entonces mísero desecho, no me sirves para nada. – dice Patrick mientras saca su pistola.
Y entonces noto el disparo, el disparo que marca mi libertad.
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Espero que os guste y que lo disfrutéis :)
Si tenéis alguna duda, preguntádmelo por donde queráis.El capítulo es cortito pero es para introduciros en el tipo de historia que voy a crear jejeje
Muchos besitos amoresssss!!!!^^
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John Howell
Teen FictionEn Monte Azul, se encuentran las familias más prestigiosas del país, entre ellas, la familia Bennett. Lena Bennett, la hija de la familia, jamás ha tenido algún tipo de contacto con la clase baja y por ello, no está acostumbrada al comportamiento de...