Intento salir como puedo entre las malezas y los arboles del bosque, pero bajo mi punto de vista, creo que estoy dando vueltas, llegando siempre al mismo punto donde Seth me dejó. Empieza a hacer frío, demasiado. Mis dientes tiemblan y la ropa ya se empieza a notar un poco humedecida. Ojala no me hubiese subido nunca al coche de Seth.
Noto unas luces tras de mí, pero no me giro. Nadie debe de conocer este sitio, si no es uno de ellos.
- Oye venga, déjame llevarte a casa. – grita Seth de nuevo, desde su coche. Controla su velocidad y saca la cabeza por la ventana mientras conduce, para poder hablar conmigo.
- ¿Estás loco? Así no puedes conducir. – digo escandalizada.
- Yo controlo. ¿No ves que desde fuera puedo ver mejor los arboles? – dice mirando al frente y a mí, repetidas veces.
- Si conduces bien, puedo planteármelo. – le propongo.
- ¿El qué? – dice Seth parando en seco. – No pensarás que tú... y yo...
- ¿Eres tonto? – le pregunto sorprendida al notar sus intenciones.
- No sé, me lo has dicho de una manera.
Resoplo dando por vencida y subo al coche por la parte del copiloto.
- Espero que disfrute de esta velada en limusina. – bromea el rubio.
Sonrío, a pesar de que su tono de voz, no me ha transmitido mucha confianza. Seth cierra las puertas con pestillo y me mira de reojo antes de volver a poner en marcha el coche. Y... debo de tener una bendición de dioses, porque no morí junto a él de milagro. Derrapaba entre el poco espacio que los arboles le permitían, esquivándolos y acelerando con brusquedad. Pero he de admitir que era eficiente, pues en escasos diez minutos había llegado a mi casa.
- Ha sido el peor viaje de mi vida. Como choffer, serías pésimo. – le comento intentando recuperar el aliento tras el subidón de la adrenalina.
Seth ríe y frota su nuca, abriéndome las puertas de nuevo al quitar el pestillo.
- Gracias, temerario conductor. – le digo antes de salir.
- ¡Lena! – dice él, bajando el cristal de la ventanilla del copiloto.
Me giro, invitándole a seguir.
- El próximo día, ponte algo más abrigado. Esa no es la ropa que debería de llevar una chica de tu edad.
Mis cejas se alzan automáticamente tras escuchar su consejo.
- ¿Perdón? ¿Eres mi padre? – bromeo incrédula.
- No. Puedo ser mucho peor. – dice cerrando la ventanilla y arrancando el coche con rapidez.
- Idiota... - susurro viendo como el coche desaparece en la carretera.
Entro en casa, ignorando completamente la bronca que mi padre está empezando a echarme. Pero no sé qué es peor. Por mi comportamiento, recibo un castigo, y me prohíben utilizar el ordenador durante una semana. Aun no se ha dado cuenta de que he crecido, y los castigos empiezo a desestimarlos.
Me tumbo encima de mi cama, mirando el techo. Pensativa. Tenía muchas dudas en mi cabeza, que no sabía si estaba dispuesta a afrontarlas para poder contestarlas. Una de ellas, me atormentaba. ¿Había sido de las mejores experiencias de mi vida? No quería empezar a volverme una yonkie de la adrenalina y convertirme en una adicta de la velocidad con un coche pintarrajeado. Pero tampoco quería olvidarme de la emoción que Seth había conseguido en mí por haberme dejado su coche. Desde cierto punto, envidiaba la vida que tenían. Eran unos yonkies sí, pero también lo eran de la vida. Amaban todo lo que hacían, o al menos, eso transmitían. Se les veía unidos, felices. Tramaban, hacían y deshacían todos los planes que querían, a su antojo. No envidiaban el poder, porque se notaba que sabían que lo tenían. Todo el mundo era consciente de sus victorias, pero en realidad nadie se había percatado de que si los observabas con determinación, cada uno de ellos tenía sus propias debilidades. El poder tiene su precio. Les había examinado con osadía. John era cocainómano y lo había podido comprobar. Seth también tonteaba con alguna droga, la cual desconocía, pero su comportamiento le delataba. Levi era adicto al sexo, pero era una adicción que sospechaba que todos la tuviesen. Por otro lado, Dick el último integrante de la banda, también tonteaba con las drogas pero él no tenía una específica, ya que las bolsas que sacaba con las pastillas o sustancias, eran siempre diferentes. Finalmente, Kenner, era el que menos había llamado mi atención, pero también se podía notar su adicción al alcohol, y el cannabis.
Al fin y al cabo, todo lo bueno tiene su parte mala y todo lo malo tiene su parte buena.
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Capítulo cortito pero tenía que escribir también el de mañana, porque tengo el día bastante apretado con la universidad.
Quería deciros que el comentario de Seth NO es machista!!!! Ya entenderéis porque lo dice en los próximos capítulos.
Tengo ganas de seguir con la historia, he escrito algunos capítulos sueltos que pasaran más adelante y tengo unas ganas enormes de que la novela avance hasta el punto de poder publicarlos y que los leáis (pero no más maratones por el momento que no sabéis la de errores que me dio jaja).
Muchos besitos floreeeecitas! <3
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John Howell
Genç KurguEn Monte Azul, se encuentran las familias más prestigiosas del país, entre ellas, la familia Bennett. Lena Bennett, la hija de la familia, jamás ha tenido algún tipo de contacto con la clase baja y por ello, no está acostumbrada al comportamiento de...