Capítulo 4 - La chica del tripi

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- John, estaba preocupada por ti... - dice acercándose lentamente hacia la cama donde me encontraba.

- No des un paso más. Retrocede y vete. – ordeno.

- Pequeño Johnny, tengo derecho a saber cómo estas.

- ¿Después de echarme de casa? – escupo con odio mis palabras.

- Tenía que protegerte.

- ¿Protegerme a mí? Yo creo todo lo contario. Eres una egoísta, que desde que nací lo único que has hecho ha sido pensar en ti. Y tu oportunidad perfecta fue echarme de casa cuando murió papá.

- Johnny, las cosas no fueron así. Jamás quisiste escucharme, pero Johnny tu padre no fue tan bueno como tú piensas...

- Ni él, ni tú. – digo desviando mi mirada, manteniéndola firme y al frente. – Para mí, jamás he tenido una familia.

- Johnny... - dice la mujer que tengo delante de mí - ¿Cómo puedes decir eso? Yo te tuve en mi vientre durante nueve meses.

- ¿¡Sí y para qué!? – grito perdiendo los papeles. – Para deshacerte de mí en cuanto pudiste. No he sido el mejor hijo del mundo, pero tampoco espero serlo ahora. ¡Vete! – grito de nuevo esto último, consiguiendo que las enfermeras acudan a la habitación.

- Tranquilo, te dejaré en paz. – dice saliendo de la habitación, la mujer que había venido a visitarme, mi madre.

- Podéis iros, esta todo bajo control. – le digo a las enfermeras.

Una de ellas, se acerca a la cama donde me encuentro.

- Ya tengo disponible el teléfono que solicitaste. – dice la amable enfermera a la que Seth le había echado el ojo.

- Tranquila, mi amigo ya se encargó de todo, gracias. – finjo una sonrisa de agradecimiento.

- Si necesitas algo, pregunta por Cristina.

Asiento y por fin, consigo la soledad de nuevo.

Cerca de las tres y media de la madrugada recibo una llamada con un número oculto.

- Si uno de los Blacks muere...

- El otro vengará su muerte – contestan.

- Howell.

- Tío John, he perdido... las... - dice

- Seth vas borracho cabrón.

- John tío, se me han caído los tripis de LSD dentro del vaso de una niñata – empieza a reír Seth. – te lo vas a perder tío.

- Seth, tienes que quitarle el vaso, no sabes que ha podido beber o tomar antes.

- Tranqui tío, es la primera vez en toda la noche que se acerca a la barra. – ríe de nuevo.

Por esto era yo el que mantenía el control del grupo, inconscientes.

- Seth vigílala anda. – sentencio – Por cierto, ¿Levi y la pelirroja?

- ¡Tío! – grita al otro lado del teléfono mi mejor amigo – Te lo has perdido. El cabrón se la ha camelado nada más sentarse a su lado. Ya tiene su teléfono por si hoy no cae, pero bueno... lo dudo... están metiéndose mano en el sofá.

- Otra furcia más.

- Ni que lo digas, todas son iguales. Echo de menos a mi rubia – deja caer Seth.

- Falso. Pero para tu información querido amigo – hago una pausa para mantener la intriga – se llama Cristina.

- Cristina... - susurra - ¡Me he enamorado! – comienza a gritar rompiendo a reír al acabar.

John HowellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora