- Nosotros seremos tres. – dice él.
Empiezo hacer el recuento de alumnos. Si ellos son tres, seríamos impares.
- No puede ser. – replico demasiado alto. Más de lo que me hubiese gustado hacerlo.
John frunce el ceño. Le molesta que le lleven la contraria y más en publico. Los alumnos mantienen el silencio. Silencio que llega a molestar.
- Entonces seríamos impares... - aclaro mi comentario.
- No hay problema por ello, Lena. – dice el profesor.
- Otra vez... - digo tras bufar.
- Calla... - me susurra el chico sentado a mi derecha – Te meterás en problemas.
Le miro. ¿A dónde serán capaces de llegar? Quiero descubrirlo.
- No lo veo justo. – vuelvo a replicar.
- ¿Se te ocurre algo mejor? – dice John en un tono serio pero calmado, poniéndose en pie. Me mira amenazante. Ambas manos clavadas en el pupitre. No sonríe, dudo que lo haya hecho alguna vez en su vida. Su camiseta de mangas cortas, permite ver la tonificación de sus brazos. Creo que si sigue ejerciendo tanta fuerza, acabara rompiéndolo. Empieza a darme miedo.
- Yo iré sola. – acabo diciendo lo más inteligente que pasa por mi cabeza, y a su vez, lo más ridículo. Miro al profesor. – Es lo más justo para todos. Yo quiero hacerlo sola, ellos en trío. Así no hay descompensación.
El profesor asiente. Quiere evitar más conflictos. Que duro es vivir con el miedo en el cuerpo.
- De acuerdo, podéis hacer las parejas con quienes queráis. Al final de la clase, apuntaros en la lista del fondo. – dice el profesor. – Yo mismo me encargaré de recogerla.
Acaba la clase, dándola por finalizada el timbre. Por fin, hora libre.
Enciendo mi móvil, mientras me siento en uno de los asientos de la cafetería. No tengo hambre, no quiero almorzar ahora. Desde que nos mudamos, había perdido el apetito. Me pongo música, conectando antes mis auriculares al móvil.
Tres sillas se mueven delante de mi. Miro quienes son. Los Blacks. Les miro, y luego, vuelvo a mantener mi mirada en mi móvil. De reojo, miro a mi alrededor. Soy el centro de todas las miradas, de nuevo. Cotillas...
Me quito los auriculares, para plantarles cara.
- ¿Qué queréis? – les digo a desgana.
- Que equivocada estas. – dice John girando la silla, y sentándose. Apoya ambos brazos en el respaldo de su silla, el cual ha quedado entre sus piernas. Seth se sienta sobre el respaldo de la silla, dejando los pies en la parte del trasero. Y a la izquierda de John, Levi. Se mantiene de pie, apoyando su pie derecho en su silla, y con sus brazos cruzados, mirando la situación serio.
- Creo que no entiendes como funcionan aquí las cosas. – dice Levi.
- Creo que los que están equivocados sois vosotros. – digo sin levantar mi tono de voz.
John golpea la mesa. Seth pone su mano en el hombro de John.
- Tranquilo hermano, déjamela a mi. – dice Seth con una sonrisa maliciosa.
No me gusta nada esa sonrisa. No me da buena espina.
- Mira, aquí los que ponen las normas son los Blacks. Los que dictaminan qué hacer y cuándo hacerlo, ¿lo entiendes?
Asiento levemente.
- Y si a alguno de nosotros nos llevas la contraria, me temo que... - continua Seth.
- Tendrás problemas. – le interrumpe John.
- ¿Los mismos que has tenido tú, Howell? – le digo mirándole desafiante. No sé que tenía John, pero conseguía sacar mi lado más seguro, y siempre contra él.
John frunce su ceño de nuevo, sin saber a lo que me refiero.
- ¿O es que esos golpes te los has hecho tu solito? – le digo notando como una sonrisa tira de la comisura de mis labios. Estaba disfrutando por plantarle cara a ese yonki. – Has tenido suerte. Si por mi fuera, te hubiese dejado en el suelo.
John ríe a carcajadas. Carcajadas falsas y forzadas. Muy exageradas.
- Me gustaría ver la clase de problemas que tienes tú. – dice John. – Me gustaría ver lo valiente que eres. Es muy fácil hablar sin tener que demostrarlo. ¿O es que vas a hacerlo?
Trago saliva, humedeciendo mi garganta. Tengo miedo. Lo noto en el temblor de mis dientes cuando me pongo nerviosa. Mi mirada, busca encontrar algo de amabilidad en ellos tres, pero no es así.
- No. – admito. – Yo no soy como vosotros.
- Ni lo serás. – dice Levi con una sonrisa orgullosa. - Es mejor que te calles.
- Y ahora lárgate. – dice John. Le miro incrédula, no entiendo que quiere. - ¡Pírate! – dice levantando más aún su tono de voz.
Me pongo en pie y salgo de allí con la cabeza alta. Sintiéndome digna de mi enfrentamiento, aunque no haya acabado como en realidad quiera.
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John Howell
Fiksi RemajaEn Monte Azul, se encuentran las familias más prestigiosas del país, entre ellas, la familia Bennett. Lena Bennett, la hija de la familia, jamás ha tenido algún tipo de contacto con la clase baja y por ello, no está acostumbrada al comportamiento de...