Capítulo 62 - Y así ocurre. Y Seth lo presencia.

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Me mantengo en casa de Abie, sabiendo que los Blacks hacen guardias para custodiarme. No van a darse por vencidos, al menos, no hasta que no vean lo bien acompañada que me encuentro.

— Hoy es tu noche. – dice Abie a mi espalda, besándome la mejilla y contemplando mi reflejo en el espejo. Un vestido negro y unos zapatos color rosa pastel complementan perfectamente con mi bolso del mismo color que mis zapatos.

— ¿No iré muy provocativa?

— ¿Pero qué dices tonta? Lo que debería ser más corto. – dice Abie frotando su barbilla.

— ¿Más corto? Estas loca.

— Tienes unas piernas preciosas. – comenta mi amiga haciendo que me ruborice.

— Vale, vamos a dejarlo. – sonrío.

Un coche hace sonar el claxon enfrente de la puerta de Abie.

— Es tu hora neni. – dice está palmeando mi trasero.

Suspiro antes de bajar las escaleras, y de nuevo, vuelvo a hacerlo cuando el mayordomo de Abie me abre la puerta.

— Gracias.

— Se ve preciosa esta noche. – me piropea haciendo que me sienta más segura de mi misma.

Le sonrío agradecida y busco a Gregg con la mirada. Éste está apoyado sobre el capó de su coche esperándome. La verdad es que estaba acostumbrada a coches lujosos, tanto en mi familia como con los Blacks, asique no me impresionaba el suyo.

— Vaya Lena... — dice Gregg recorriendo mi cuerpo con su mirada lentamente. – Estas... preciosa. – comenta.

— Igualmente. – le sonrío pasando un mechón de mi pelo detrás de mi oreja.

Gregg se acerca para depositar un beso en mi mejilla. Y es entonces, cuando él se aparta, que puedo contemplar el coche de Seth aparcado en la lejanía mientras tres cabezas me contemplan. Dick, Kenner y Seth.

— ¿Vamos? – propone Gregg.

— Por supuesto.

Acto seguido, Gregg abre la puerta del copiloto dejándome pasar y camina hacia su asiento tras cerrar mi puerta.

Veo desde el retrovisor la mueca de desagrado de Seth, pero no me importa. Sonrío ilusionada por lo que parece ser, un nuevo cambio en mi vida. Gregg enciende la calefacción y a su vez, el navegador.

— ¿Te apetece poner algo de música? – propone.

— Claro, sorpréndeme. – sonrío.

Asiente e ilusionado busca entre un listado de canciones aquella que tenía en mente. Música clásica.

— No sabía que te gustaban este tipo de canciones.

— Me has dicho que querías que te sorprendiese. – responde tímidamente Gregg.

— Claro... — susurro.

Acelera saliendo del aparcamiento, pero no es la adrenalina que concibo cada vez que me siento en uno de los coches de los Blacks lo que consigue transmitirme, sino más bien, esa tranquilidad que ansiaba encontrar pero que ahora detesto sentir.

— ¿Te encuentras bien? – pregunta él mirándome de reojo.

— Ah, sí. – digo fingiendo ilusión.

Gregg insiste, pero tras mis respuestas poco elaboradas, finalmente desiste. Llegamos al Royal Squirthit'ch y no voy a mentir, para mí ha sido uno de los viajes más largos en coche que he realizado desde hace mucho tiempo. Ni siquiera aquella vez que, junto con John, pillamos caravana.

John HowellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora