Capítulo 50

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-¡Chicos! -grita Kratos- ¡La paga!

En seguida me pongo a su lado, y él me entrega la cantidad correspondiente:

-Tengo que irme, mucho que estudiar. ¡Nos vemos el martes! -digo dirigiéndome apresuradamente a la puerta.

No me vendría mal una ducha, parezco un perro... y huelo como uno, para qué engañarnos, pero ya lo haré en Durmstrang.

Todos se despiden, y cojo la red flu. En menos de un parpadeo me encuentro de nuevo en la escuela.

Alegre, camino hacia mi cuarto. Saco un pequeño cofre de debajo de la cama, y meto parte de los galeones:

-Eso debería hacer... Dos que me encontré ayer, más los veinte de hoy, más los demás...

Hago los cálculos en mi cabeza:

-506, no está mal.

Estoy bastante orgullosa. En realidad no es mucho dinero, comparado con el precio del edificio y los apaños que hay que hacer, pero les ayudará.

Meto cincuenta en una bolsa, y me acerco a mi lechuza:

-Por favor Leo, dime que puedes con esto. Si no, tardaré una eternidad en llevarlo todo -suplico.

Creo que no pesa tanto, pero seguramente el pobre esté planeando cómo matarme ahora mismo...

Vuela un poco por la habitación, como si dijera "Me subestimas, humana. Soy fuerte como ninguno"

Yo río:

-¿Crees que podrás aguantar todo el viaje? Ya sabes que es bastante largo.

Infla el pecho, y sonrío:

-Está bien.

Escribo rápidamente una nota para explicarles por qué les mando dinero, y para felicitarles. Dentro de tres días es su cumpleaños:

-Si el señor no tiene quejas, lleva esto a los gemelos.

Apenas abro la ventana, cuando sus garras rozan mi pelo (su venganza), y observo cómo se aleja.

Sonrío como una tonta. La buena acción del día, supongo.

Justo después, me doy una larga ducha. Al salir, Gyna está sentada en su cama:

-Hola -sonrío amablemente.

-¿Qué tal el entrenamiento?

-Agotador -río-. Pero bien.

-Me alegro.

Sentándome en uno de los sillones que hay, me sumo en mis pensamientos.

Da algo de rabia el que no pueda volver a Londres, pero este sábado hay partido... No puedo faltar si no quiero una bronca de Kratos.

Vuelvo a llenarme de quizás y puedes, le estoy dando demasiadas vueltas creo yo.

Sí, sería de buena amiga ir. No, no sería profesional. No puedo tomarme esto como una broma, y soy consciente de ello.

Aunque igual con la próxima bolsa de dinero les mando alguna que otra sorpresa... *risa malvada*:

-¿Has hecho ya lo de encantamientos? -inquiere Freyja, haciendo que me sobresalte.

Actúo rápidamente y asiento con la cabeza:

-Era bastante fácil.

-¿Me ayudas? No sé ni por dónde empezar...

Sonrío:

-Claro.

(...)

Abro la caja de Zonko:

-Ya casi no me queda nada... tendré que improvisar -pienso en voz alta, sonriendo de manera perversa.

Oigo un pequeño toque en la ventana, y al mirar reconozco uno de los búhos de Hogwarts, con un sobre rojo en la pata.

Sonrío, y abro el cristal. Le doy agua y comida al animal mientras cojo el papel.

¡Hola pequeña! ¿Qué tal estás?

Nosotros estamos muy emocionados, y creo que es obvio el por qué *ríe*

Este ya tiene planeado sacarse el carnet de apariciones para ir a visitarte -exclama George.

Sí, bueno, eso si nos deja mamá.

El caso, ¿has aprendido ya a hacer el patronus? No estoy de broma, y lo sabes. Te vendrá bien.

Está muy pesado con eso... hace un par de semanas pensó en enseñarme algunas cosas que han aprendido con Harry.

Te quiero, pequeña.

Qué cursi -susurra su gemelo- ¡Yo también te quiero, Em! ¡Ten cuidado!

Río, y veo cómo el papel se parte en mil pedazos:

-¿Acaso tienes dos novios? -ríe Ylwa.

Cojo un cojín de mi cama y se lo tiro a la cabeza. Ella lo atrapa en el aire y me saca la lengua:

-Ojalá yo tuviera amigos así.

Me giro, y la miro con cierta comprensión:

-¿No echas de menos a nadie? Ya sabes, amigos en las vacaciones, o antiguos compañeros de clase cuando ibas a un colegio muggle.

Baja la vista, así que sin dudarlo me pongo de pie y la doy un abrazo:

-Bueno, pues ya tienes a alguien.

Hago que ría, así que sonrío. Entonces, caigo en la cuenta de algo:

-¡He olvidado hacer los deberes de pociones!

Rápidamente cojo mi pluma y un papel, mientras Ylwa se burla de mí:

-Muy graciosa, pero no voy a entregarle a la señora Riley una hoja en blanco.

-Vamos, la señora Riley te adora, por un día no te va a pasar nada.

-Da igual, quiero que siga adorándome.

Ylwa finge una tos falsa, y dice "pelota". Yo ruedo los ojos.

(...)

Estoy que me caigo, pero he conseguido terminar a tiempo.

Miro el reloj de manera fugaz, y suelto un suspiro mezclado con una risa:

-Me quedan cuatro horas para dormir... mañana será un día duro.

Me cubro con las sábanas, para quedar dormida en menos de cinco minutos.

Jokes And Sugar (Fred Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora