Capítulo 60

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Abro lentamente los ojos, encontrándome con la oscuridad del cuarto. Como ya es costumbre, me levanto y abro las cortinas.

Un quejido se escucha por parte de mi novio, a lo que yo río. Vuelvo a la cama y le doy un beso:

-Buenos días.

-Tienes que dejar de hacer eso -ríe- Me gusta dormir la mañana los días libres.

-Lo siento, venía con el contrato.

De la nada, comienza a hacerme cosquillas:

-¡P-para! -río.

-Lo siento, venía con el contrato -se burla.

Consigo empujarle, haciendo que se detenga. Se queda unos segundos mirándome, hasta que rompo el silencio:

-¿Tengo algo en la cara?

Sonríe, y besa mi mejilla:

-Sólo unos ojos preciosos.

Río, y me levanto para cambiarme:

-Deja de ser tan pasteloso, o me causarás diabetes.

-Es casi Navidad, tengo derecho a recordarte que te quiero.

George toca a la puerta, y grita "¡Eh tortolitos! ¡Ya va siendo hora de que me ayudéis aquí abajo!":

-Algunas cosas nunca cambian -río.

-Venga, tiene razón. Tenemos que ir bajando.

(...)

El cuco del reloj indica que son las doce, y muy emocionada dejo de reponer las baldas:

-¡Sí! ¡Hora de ir a la Madriguera! 

Los gemelos se ríen, mientras subimos a cambiarnos. Estoy deseando pasar las Navidades con los Weasley.

No todos saben que Fred y yo hemos vuelto, así que la cena de Nochebuena es una oportunidad genial para hacerlo público de una vez por todas.

Ya lista, cojo la maleta y espero en el pequeño salón, sentándome en un sillón. Pocos minutos después vienen los chicos:

-¿Habéis cerrado bien la tienda? -pregunto.

Ellos asienten:

-¿Lista?

Sonrío, y me levanto:

-Nos vemos allí -exclamo.

Aparezco en el salón de la Madriguera haciendo que Arthur pegue un salto, casi rompiendo el periódico que tiene en las manos:

-Buenos días, señor Weasley.

Él sonríe, y se levanta:

-Encantado de verte querida.

Los gemelos aparecen detrás de él, por lo que se lleva la mano al corazón, asustado:

-¡No volváis a hacer eso!

Ellos se ríen, igual que yo:

-¡Ah! Ya me parecía haberos oído llegar -exclama Molly.

Se acerca y nos da un abrazo a todos:

-¿Ha venido alguien más? -pregunta George.

-No, los niños estarán aquí en dos días -explica- Venga, dejar vuestras maletas en el cuarto. Ya lo he preparado todo.

Subimos las escaleras, y pongo mi equipaje al lado de la puerta para segundos después tirarme en el colchón:

-Eché esto de menos el año pasado -río.

Los gemelos también se ríen, pero entonces caigo en la cuenta de algo:

-¡No tenemos los regalos!

Entonces me miran con pánico. Hemos estado tan ocupados con la tienda que ni siquiera nos hemos acordado de los regalos:

-Tenemos que ir al Callejón -dice Fred.

George y yo asentimos:

-¿Qué tal ahora?

-Ahora es perfecto. 

Corriendo nos ponemos ropa de abrigo. Yo un jersey que la señora Weasley me regaló el año pasado, y el gorro y la bufanda de Hufflepuff (para mí no es Navidad sin eso).

Bajamos a la carrera, casi cayéndonos al final:

-¡Mamá! ¡Nos vamos al Callejón Diagón! -informa George.

Río, y nos aparecemos delante del Caldero Chorreante:

-Quedamos aquí en dos horas -dice Fred.

Asentimos, y nos separamos en una busca desesperada por los regalos. 

Yo, antes de ir a mirar lo que tienen las tiendas, me paro a pensar unos minutos en lo que le puede interesar a cada uno.

Harry, Ron, Hermione, Arthur, Molly, Ginny, los gemelos... Sólo de pensarlo comienzo a agobiarme. 

Nunca he sido demasiado buena con los regalos, pero nunca he tenido que pensar cosas para tantas personas...

Respiro profundamente, y confío en mi instinto, ya que no tengo demasiadas opciones.

Después de hora y media de compras exhaustivas, cargo sonriente con unas seis bolsas. Todavía me queda media hora, así que decido tomar un café en una de las cafeterías que hay por aquí.

He terminado por coger un vestido verde para Molly, un libro muggle para Hermione, un diario nuevo para Ginny, un poco de felix felicis para Ron, polvo de revelio para Harry (es como el hechizo, pero puede servir para enseñar direcciones) y uno de mis viejos móviles para el señor Weasley.

No digo que sean los mejores regalos de su vida, pero desde luego no estoy decepcionada. Lo único que no he conseguido sacar es algo para Fred y George... 

(...)

-¿Qué tal os ha ido?

Me miran de manera alegre:

-Muy bien, querida Emily.

-Te agradecemos el haberte acordado. Podría haber sido una catástrofe -exclama George de manera dramática.

Reímos, y volvemos a la casa, donde Molly ya ha empezado a servir un delicioso arroz con setas.

Dejamos las bolsas en el cuarto con discreción, y bajamos con el señor y la señora Weasley.

La noche es tranquila, y un ambiente navideño llena de alegría las conversaciones, lo que hace que me sienta como en casa. 

No vemos el momento de subir a nuestra habitación, debido a que no paramos de reír, y de encontrar temas de conversación. 

Sin embargo, noto cómo mis párpados pesan cada vez más, hasta que termino por dormirme en uno de los sillones.

Jokes And Sugar (Fred Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora