Capítulo 77

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-Sabes lo que tienes que hacer, ¿verdad?

Asiento, mirando fijamente al suelo:

-La misión depende de ti. Puede que a partir de ahora tengas un cartel de búsqueda, pero esa es la mejor parte.

Hace una pausa, esperando a que yo acabe la frase:

-Porque eso significa que la gente empieza a temerme.

-Esa es mi hija.

Ha dejado de doler, dejó de hacerlo hace mucho. Me limito a acatar órdenes y a sobrevivir:

-Te daré una última oportunidad, y que sepas que no doy muchas. ¿Sabes algo?

Escupe a mis pies:

-Intentas ser buena y te desprecian... Tú te lo has buscado. Avada kedavra.

He perdido toda esperanza de un final feliz, y con ello también se han perdido mis sonrisas y mi buen humor:

-Menos mal, comenzaba a ser algo molesto.

-Bien hecho señora.

Miro a mi acompañante de manera mortífera:

-Te he dicho que no me llames así, ¡me haces sentir vieja!

Inmediatamente se encoge y da un par de pasos hacia atrás:

-Lo siento, lo olvidé maestra, perdóneme.

Levanto a comisura izquierda de mi boca:

-Sólo por esta vez. No me gustan los olvidadizos, otra cosa así y eres hombre muerto.

Así es, ahora tengo a mis propios secuaces. Paso del asustado chico y vuelvo a la mansión en un chasquido de dedos:

-¿Qué tal esta vez?

-Tampoco soltaban prenda -aparto un mechón de mi cara-. Los magos pueden llegar a ser muy tozudos cuando quieren.

-¿Te encargaste de él?

-Ofende que dudes de mí, padre.

Camino en silencio hacia mi cuarto, sin siquiera mirarle:

-Mañana iremos a por Potter.

Paro al instante:

-¿Potter?

-Sí, esta vez no se escapará. Ya sabes que le necesitamos, pero el señor oscuro no quiere que te entrometas.

-¿Por qué? Era su amiga, podría intentar infiltrarme.

-No quiere poner en peligro a la joya de sus tropas -suelta con una venenosa envidia.

Le miro con superioridad. He conseguido en seis meses lo que él no ha hecho en años, y es ganarse el aprecio del señor oscuro:

-Respeto su opinión, pero no la jodáis.

Le doy la espalda y abandono la habitación. Llego a mi cuarto, tirándome al instante sobre el colchón, con la vista fija en el techo.

Un montón de pensamientos cruzan mi mente. Si consiguen capturar a Harry, el trato se rompería y yo... sería libre por fin...

Sacudo la cabeza evitando pensar en eso. Sería algo muy egoísta por mi parte, no le puedo desear el mal a Harry... Es como mi hermano pequeño.

Suspiro con tristeza, supongo que será lo que el destino considere necesario. No podemos ganar ninguno de los dos sin que el otro sufra...

Las cosas cada vez se complican más, y eso no me gusta. 

Intento conciliar el sueño, ya que sé que si no el estrés corromperá mi mente toda la noche. Sin embargo, eso es justamente lo que sucede, prohibiendo que pueda descansar.

Estoy segura de que los mortífagos no usarán métodos "pacíficos" precisamente, aunque por lo menos ahora Potter puede atacar.

Cojo a Trébol entre mis manos, enternecida por los recuerdos que alberga. Echo de menos la época en la que conjurar bien un Riddikulus era mi mayor preocupación.

Pero las cosas han cambiado, es lo que tiene el tiempo.

No moriré sin luchar, eso está claro. He sacrificado demasiado como para rendirme ahora, aunque los últimos sucesos me han demostrado que subestimé el poder de los magos oscuros...

(...)

-Levanta, necesito que me acompañes a un trabajo.

-¿El señor no dijo que estuviera al margen?

-No ese trabajo, inepta. Ya sé que no le vas a desobedecer.

-¿Entonces?

-Intentaremos encontrar a las máscaras que no han aparecido todavía.

Asiento, él se refiere de esa manera a los mortífagos. Sé cuál es el  procedimiento, por lo que necesitará mi ayuda para reducirlos:

-Se avisa antes, padre.

-¿Vas a quejarte? -exclama algo confuso.

-No, es simplemente que me gusta tener mi horario organizado, ya lo sabes. Así puedo pensar en lo que vamos a hacer.

Rueda los ojos:

-Salimos en cinco minutos.

Cierra la puerta enfadado, lo cual no entiendo. Todos tenemos nuestras manías, pero este hombre sólo soporta las suyas. Yo también podría echarle en cara que suelte chispas en el suelo cada vez que acabamos un trabajo... Una vez casi prende mi falda.

Tengo la teoría de que existe un problema de pirotecnia por su parte...

Paso mis manos por mi cara. Durante un segundo, olvido todo lo que se encuentra a mi alrededor.

En lo primero que pienso es en la Madriguera... Tengo que superar a esa familia. Les seguirás protegiendo Em, pero ahora deben odiarte.

No puedo pensar en volver, por muy tentador que sea. Llevo mis dedos a la frente, a veces se vuelve complicado seguir adelante.

Cojo la capa morada, ya que se ve que hoy tengo la vena melancólica. No creo que a mi padre le importe...

Hablando del Rey de Roma:

-¡¡Que ya voy, impaciente!! ¡¡Podría haber estado en ropa interior!!

-¿Crees que me importa? Eres mi hija.

-Sí, la hija a la que abandonaste por dieciséis años, gracias.

Me mira con odio, aunque el sentimiento es mutuo. En realidad, no sé por qué estoy enfadada... casi agradezco que no estuviera presente en mi infancia:

-Date prisa.

Suspiro de manera sonora, hay va a ser un día duro.

Jokes And Sugar (Fred Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora